El orar para el cristiano, no una opción o una alternativa. La oración en la Biblia no se presenta como una actividad periódica. La Palabra de Dios no nos instruye simplemente a orar como si la oración fuera un recurso a nuestra disposición en momentos difíciles de la vida. ¡No! La oración bíblica es, y debe ser, parte integra y continua de nuestra vida como creyentes. Sabemos que la Escritura nos instruye por medio del apóstol Pablo que debemos “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Este mandamiento es un imperativo presente. Es algo que debe consumir nuestra experiencia cristiana. Por eso, resulta imprescindible que cada uno de nosotros como hijos de Dios, entendamos lo que la Biblia nos enseña en cuanto a la oración.
El problema de orar conforme a nuestros propios deseos
En el conocido como “Sermón del Monte”, el Señor está describiendo los estándares del Reino en contraste a los estándares del sistema judío religioso de ese tiempo. Los judíos habían elaborado un sistema basado en una serie de actividades religiosas, que según ellos les permitirían entrar al “Reino de Dios”. Cristo declara que ese sistema religioso es totalmente inadecuado y contrario a lo que Dios demanda. La vida y actividades religiosas del día se quedaban cortas de los estándares divinos. También con respecto a la oración. En efecto, lo que el Señor está diciendo es: “vuestras oraciones son inadecuadas y muy por debajo del estándar divino” (Mateo 6:5-8).
En un sentido, también nosotros nos quedamos cortos de los estándares que Dios requiere de la oración verdadera. Pablo dice en Romanos 8:26: “Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Dios por medio de su Espíritu nos tiene que socorrer en nuestras oraciones porque: No sabemos por qué orar y no sabemos cómo orar. Gracias a Dios que nos ayuda y nos instruye en Su Palabra para que podamos hacer uso de este recurso precioso.
La bendición de orar conforme a las Escrituras
Yo creo que hay dos pruebas indispensables para determinar la verdadera espiritualidad. Una es el estudio de la Palabra de Dios. La otra es la oración. ¿Por qué digo esto? Nosotros no sabemos que ni como orar a menos que Dios por medio de su Palabra nos instruya. Es la verdad de la Palabra de Dios que guía e informa nuestra vida de oración. No podemos orar en un vacío. Una persona que ora sin una guía bíblica va a orar incorrectamente. El estudio y conocimiento de la Palabra de Dios precede a una vida de oración con sentido.
Orar sin conocer lo que Dios expresa y requiere en Su Palabra es orar ignorantemente. Por ejemplo, hay cristianos que piden que Dios les dé el Espíritu Santo. Pero la Biblia es clara en ensenarnos que el Espíritu Santo reside en todo hijo de Dios desde el momento de la salvación (Romanos 8:9). Otros cristianos piden que el Señor esté con ellos. Y, sin embargo, la promesa del Señor es clara: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19).
El punto es que a menos que sepamos y conozcamos lo que Dios dice, estaremos orando incorrectamente. No solo en lo que pedimos, sino como lo pedimos. Por eso, cuando oramos es importante comenzar nos tiempo de oración meditando en la Palabra de Dios, con un espíritu que dice como el salmista: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). Esto es lo que el Señor Jesus hace a través de esta instrucción en la oración modelo. Le dice a sus discípulos: “no oréis como los religiosos del día con sus ritos y formulas preferidas para ser usadas en determinados momentos, sino, orad de la siguiente manera, …” (Mateo 6:5).
El tema de la oración, al contrario de lo que proponían aquellos religiosos, es que, de un principio a fin, el enfoque se encuentra en Dios. La oración verdadera no es para nuestro beneficio, esto es un error. Cuando oramos no es para subrayarnos a nosotros mismos y nuestras necesidades. La razón por la que oramos y la razón por la que Dios responde es para exaltar Su Nombre, para poner en evidencia Su Gloria. Este es el punto. Este es el mensaje de Juan 14:13: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Cada faceta de la oración modelo se centra en Dios reconociendo Su paternidad, Su prioridad, Su programa, Su plan, Su protección, Su preeminencia. La oración tiene como propósito fundamental y prioritario exaltar el Nombre de Dios. No oramos fundamentalmente para atraer atención sobre nosotros. No estamos informando a Dios de nuestras necesidades, Él ya las sabe. No estamos manipulando a Dios para que Él tome una decisión; Él es soberano. Esencialmente estamos diciendo:
Señor venimos a Ti porque eres nuestro Padre, alabamos Tu nombre, buscamos Tu voluntad, y la extensión de Tu reino. Y al pedirte en oración reconocemos que cualquiera sea Tu respuesta a nuestras plegarias humildemente nos sometemos a esa respuesta sabiendo que esto traerá Gloria a Tu nombre. Recordamos hoy la situación mundial y pedimos tu intervención divina en las decisiones de aquellos que gobiernan para la exaltación de Tu nombre.
Por Cristo Jesús, ¡Amén!