Estar bien equipados siempre es necesario para cualquier actividad, trabajo e incluso deporte. Durante mis años de niñez y juventud jugaba en un equipo de baloncesto. Me encantaba, y aun a día de hoy diría que es mi deporte favorito. Nuestro equipo, sin embargo, no estaba bien equipado. No nos daban zapatillas de baloncesto, y ni siquiera la mayoría de nosotros podíamos comprárnoslas. Tampoco recibíamos un chandal, calcetines, pantalón corto, bolsa de deporte, ni ninguna otra equipación. Todo lo que teníamos era una camiseta reutilizada anualmente en la que no se leía nuestro número con nitidez. Estábamos mal equipados y esto afectaba a nuestro rendimiento como equipo.
En cualquier ámbito de la vida es importante estar equipado adecuadamente. Así es igualmente en el caso de la iglesia de Cristo. Necesita estar equipada según Él lo estableció para que funcione correctamente. Efesios 4:11-12 describe la realidad de una iglesia equipada y muestra que hay dos prendas imprescindibles que han de formar parte de la equipación congregacional.
La primera de ellas es un liderazgo bíblico (Efesios 4:11). Cristo es quien equipa a su iglesia con liderazgo, ya que Él está muy por encima de todos y todo, y es la cabeza de la iglesia (cp. 4:7-10; 1:20-23). Así, Él estableció un liderazgo fundacional y un liderazgo vigente. Esta lista no son dones en sí mismos, sino oficios que conlleva el ejercicio de dones. El liderazgo fundacional estuvo compuesto por apóstoles y profetas. Su tarea particular en el contexto eclesial fue establecer los cimientos fundacionales (Efesios 2:20). El fundamento son las enseñanzas y doctrina proclamadas por los apóstoles y profetas neotestamentarios (Hechos 2:42). El cimiento de la casa de Dios es la Palabra de Dios, especialmente las enseñanzas del NT, y Dios usó a sus apóstoles y profetas para establecer ese fundamento del cual Cristo es la piedra angular. Una vez que la iglesia fue establecida, y los fundamentos de la enseñanza neotestamentaria colocados, Cristo dio igualmente a su iglesia como regalo vigente a los evangelistas y pastores-maestros. Sus tareas principales son la proclamación del evangelio y la predicación de la Palabra de Dios, respectivamente (cp. Hechos 8:26-40; 1 Timoteo 3:2; 5:17).
Cristo es el arquitecto de su iglesia, Él ideó el plan y de hecho lo ejecutó. Y así le ha regalado a su iglesia los distintos oficios, el liderazgo adecuado para cada momento necesario en las distintas etapas de la misma, que tienen que seguir su plan maestro revelado no en unos planos, sino en su Palabra. Hemos de conocer cuál es el liderazgo fundacional y vigente que Cristo ha regalado a su iglesia y estar agradecidos por el mismo, reconociéndoles como la Palabra establece (1 Timoteo 5:17; 1 Tesalonicenses 5:12)
Una vez que la iglesia es equipada con un liderazgo bíblico, a continuación en Efesios 4:12 encontramos la segunda prenda imprescindible de una iglesia equipada y es los creyentes capacitados. Cristo ha dado liderazgo bíblico a su iglesia para que equipe a los creyentes para el servicio eclesial. En otras palabras, el liderazgo bíblico es quien tiene el encargo de capacitar a los creyentes y estos son los que tiene que llevar a cabo la obra del ministerio. El termino que se utiliza para capacitar en aquellos tiempos se usaba para describir el amueblamiento o equipamiento de una habitación, e incluso la preparación de un jardín. La raíz del mismo da a entender la idea igualmente de ser instruido o entrenado. Así, esta palabra en Efesios 4:12 se refiere a la preparación y capacitación de los creyentes de la iglesia en su madurez espiritual. Los creyentes son capacitados por el liderazgo vigente de la iglesia, y más concretamente por los pastores-maestros, por medio de la enseñanza de la Palabra de Dios y la oración (cp. Marcos 1:35-39; Hechos 6:4). Cuando hay debilidad espiritual en cualquier iglesia, no se debe a unos programas eclesiales inadecuados o la falta de actividades, sino a una enseñanza endeble y raquítica que produce creyentes famélicos.
Finalmente, los creyentes son equipados para la obra del ministerio. En otras palabras, los que llevan a cabo el ministerio son los feligreses, no los clérigos. En realidad, la idea principal es la de servicio, literalmente se leería “la obra del diaconado”. Ningún pastor es capaz de realizar toda la obra del ministerio y tampoco debería, porque no es su llamado. Es como los directores de orquesta. Ellos no tocan todos los instrumentos, de hecho no tocan ninguno, sino que coordinan, equipan y dirigen a los que han de tocar. Así, la partitura de los pastores es la Biblia y su batuta la oración, mientras los hermanos sirven armónicamente. La meta final por la que los creyentes son capacitados para llevar a cabo la obra del ministerio es la edificación del cuerpo de Cristo. El propósito no es activismo, auto complacencia, ni auto realización, sino edificación. En realidad es Cristo quién edifica su iglesia (Mateo 16:18), pero ha decidido hacerlo concediendo dones a su iglesia (Efesios 4:7-10) y regalando hombres dotados que guíen y capaciten en el uso de esos dones según su Palabra (Efesios 4:11-12). En otras palabras, Cristo edifica su iglesia por medio del servicio de sus hijos capacitados por sus pastores delegados.
Esto es una iglesia equipada: Tiene líderes bíblicos que capacitan a los creyentes, y así los creyentes maduros llevan a cabo la obra del ministerio. Esto produce la edificación de la iglesia, lo cual lleva a la madurez del cuerpo de Cristo, todo definitivamente para la gloria de Dios (cp. 1 Pedro 4:11).
Cuando jugaba al baloncesto, me sorprendía ver a otros equipos con una equipación completa y reluciente. No sólo estaban equipados externamente, sino también habían sido capacitados en los entrenamientos y tenían un banquillo en el que cualquiera que saliera a jugar iba a cumplir su función para el bien del equipo. En la iglesia de Cristo, el Señor nos dota de una manera particular para cumplir nuestra función para el bien de la iglesia y la gloria de Dios. Oremos que el Señor nos siga capacitando para su gloria y la extensión del evangelio en nuestras ciudades, países y más allá, según perseveramos en seguir su plan maestro de equipación para su iglesia.