En febrero de este año, la influyente revista del mundo de la música, Rolling Stone, publicó su lista de las 500 mejores canciones de toda la historia. Un panel de 250 músicos, productores, y profesionales en la industria conformaban esta lista, pero, entre todas ellas, nominaron la canción “Respect”, de Aretha Franklin (1967), como la mejor canción de todos los tiempos.
Sin poner en duda el éxito de esta canción, ni las otras que aparecen junto a ella, los problemas con esta lista son notorios. Por un lado, solo aparecen canciones procedentes del último siglo, y de manera llamativa, salvo un puñado de canciones, se han ignorado canciones escritas en “el idioma del cielo”, es decir, el español, sin hablar de otros idiomas a lo largo de la historia. Claramente esta lista no puede representar “las mejores canciones de todos los tiempos”, y a pesar de su prestigio, “Respect” tampoco puede jactarse del título de la mejor canción de todos los tiempos. Pero hay otra canción que indudablemente puede llevar ese título sin ruborizarse. Es una canción cuyo mensaje resulta atemporal, pertinente y aplicable a toda época. Es una canción que no solo impacta una nación o lengua, sino a toda la humanidad. Tan poderosa como para poner a los gobernantes más poderosos de este mundo de rodillas, y a la misma vez traer esperanza al más humilde y decaído de la raza humana.
Sin embargo, no son estas las características que elevan esta canción por encima de todas las canciones de la historia, sino el personaje sublime sobre el que versa. La canción que sí puede jactarse del ser la mejor de todos los tiempos no es otra que el cántico del Siervo de Yahweh que se encuentra en Isaías 52:13-53:12.
Una evaluación por los “críticos”
Algunos de los mejores “críticos” de la historia dicen lo siguiente acerca de ella:
“Isaías 53 es la Biblia en miniatura. Es la esencia condensada del Evangelio… Este capítulo es el mismo corazón de las Escrituras. Es el lugar santísimo del escrito Divino. Quitemos, pues, nuestro calzado, porque el lugar donde estamos es tierra especialmente santa.”
– C.H. Spurgeon
“Mi credo está impreso, es Isaías 53”
– D.L. Moody
“Aunque algunas cosas requieren explicación, este (capítulo) solo es suficiente, siendo tan claro, que aun nuestros enemigos, a pesar de su des-inclinación, son impulsados a entenderlo.”
– Agustín de Hipona
“El pasional (un libro sobre el sufrimiento de Cristo y sus discípulos) de oro del antiguo testamento”
– Policarpo de Esmirna
“En todos los Escritos del Antiguo Testamento, no hay texto ni predicción más claro de los sufrimientos y la resurrección de Cristo, que en este capítulo. Por lo tanto, todo creyente debe ser bien familiarizado con ello, incluso saberlo de corazón (i.e. memorizarlo), para fortalecer y defender nuestra fe.”
–Martín Lutero
Es evidente que esta canción recibe la aclamación de los santos de a lo largo de la historia de la Iglesia. Y una breve lectura de la misma revela sus gloriosas riquezas. Pero, antes de lanzarnos a una explicación detallada de la teología de esta canción debemos reconocer el propósito del cántico. Porque este cántico fue creado por el Compositor Divino, y revelado por medio de Su profeta Isaías, para dar esperanza a Su pueblo afligido.
Esperanza en medio de angustia
Isaías escribe el capítulo 53, como parte de un “Álbum” más amplio, que comienza en el capítulo 40. Justo antes, en el capítulo 39, el rey Ezequías recibió las malas noticias de que, después de su muerte, el castigo por la desobediencia de Judá y sus reyes al pacto mosaico caería sobre ellos, tal y como Dios prometió en Levítico 26 y Deuteronomio 28. Como culminación de esta disciplina, la tierra sería asolada, el templo destruido, y el pueblo llevado cautivo a Babilonia. Esto suponía una situación desesperanzada para Israel. Como justo castigo por su pecado, el pueblo pronto sería esclavizado por un rey pagano en una tierra lejana, lejos de sus casas, y aun más, lejos de la presencia visible de Dios en el Templo. Es difícil para nosotros imaginar la aflicción que iban a pasar—estas eran noticias verdaderamente malas y oscuras de una situación sin salida para el pueblo de Dios. Pero es después de las malas noticias de castigo divino contra el pecado, que la luz del Evangelio brilla como el sol. Y fue luego de anunciar el castigo que en Isaías 40 Dios comienza a proclamar esperanza a Su pueblo—la esperanza de Salvación—diciendo: “Consolad, consolad a mi pueblo—dice vuestro Dios.”
Y la pregunta para Israel fue la siguiente: ¿cómo es que Dios obrará su salvación? Habían experimentado la esclavitud anteriormente en Egipto, y Dios envió un “salvador” que les había sacado de su servidumbre con señales y milagros, la muerte del primogénito y el partir del mar rojo. Pero, esta vez, ¿Cómo lo haría? Yahweh da la respuesta por medio de una serie de cánticos en Isaías (42:1-8, 49:1-13; 50:4-11; 52:13-53:12). La salvación vendría por medio de Su Siervo. Y a lo largo de este “álbum” de canciones, Dios va a ir revelando aspectos asombrosos y gloriosos de la Persona y Obra de Su Siervo, culminando en Isaías 53, donde con innegable claridad, el Señor nos presenta a Aquel que traerá salvación por medio de su propia muerte sustitutiva y propiciatoria en el lugar de pecadores, pero también por su resurrección, como señal imborrable de su gloriosa victoria y supremacía sobre todas las cosas.
Lo que destaca de esta canción son la precisión y el detalle con los que Dios proclama la persona y obra del Siervo. Y todo ello con el propósito de traer esperanza. Dios refirió con toda claridad una serie de profecías que, una vez cumplidas, servirían para reconocerle como el Siervo de Yahweh. Y para que al identificarle pusieran toda su esperanza en este Siervo glorioso como la única fuente de salvación—salvación de su esclavitud en Babilonia, pero también de su esclavitud al pecado.
Lo mejor de todo, es que esta canción no fue escrita solo para un grupo particular de judíos en el exilio en la Babilonia del siglo VI a.C. Fue escrita también para nosotros, con el fin de que al contemplar estas profecías cumplidas, le reconozcamos también como el Siervo de Yahweh, poniendo toda nuestra esperanza en Él, como la única fuente de salvación. Puedes tener la letra de muchas canciones memorizada. Pero si quieres tener una esperanza inquebrantable en medio de la oscuridad de este mundo, entonces debes seguir el consejo de Lutero, y saber de corazón la letra de esta canción, porque ¡verdaderamente es la mejor canción del mundo!