Las primeras agendas, cercanas a las que conocemos ahora, datan del siglo XVIII, su nombre proviene del latín “agere” y significa: “lo que ha de hacerse”. Fue en 1773, cuando Robert Aitken imprimió la primera agenda comercial en Estados Unidos, dividiéndola en semanas, porque su objetivo era ayudar en los negocios. Sin embargo, no tuvo mucho éxito hasta el siglo XX cuando se convirtieron en indispensables tanto en las oficinas como en los hogares. Hoy en día, los teléfonos inteligentes han incorporado las agendas que se pueden compartir, exportar, importar y un largo etcétera. Bien sean de papel o digitales, la utilidad de las agendas perdura en el tiempo, porque una agenda te permite planificar tu futuro, evaluar tus logros y realizar un seguimiento y control de tu plan.

Si pudiésemos mirar en la agenda de Jesús ¿qué encontraríamos? Gracias a Dios no tenemos que realizar trabajos arqueológicos en búsqueda de la “agenda de Jesús”, porque es Lucas, movido por el Espíritu Santo, quien nos presenta la agenda de Jesús, con el objetivo de ajustar la tuya a la suya.

“Poco después” (Lucas 8:1a) de la respuesta adecuada de la mujer pecadora frente a las dudas del fariseo, Lucas nos dice que la AGENDA de Jesús sigue adelante, sin alteraciones: “Él comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios”. Jesús continúa con su agenda de recorrer y atravesar “las ciudades y aldeas” El tamaño no movía ni los intereses ni la agenda de Jesús. Y si la demografía no influye en la agenda de Jesús, tampoco debería hacerlo en la nuestra. ¡Gracias a los pastores y predicadores fieles que se encuentran en áreas rurales! La agenda está marcada por la predicación del evangelio en cada lugar, con valentía y fidelidad buscando una respuesta agradable de salvación. Y cuando no hay respuesta al evangelio, entonces, predica en el siguiente pueblo o ciudad. Esto forma parte de nuestro ADN, y de las agendas de hermanos que predicaron en Santo Tomé (Seixo), Marín, Vigo y la oración de Roberto Chapman, Villar, Infesta; en León: Toral, Jiménez de Jamuz y en tantos otros lugares de nuestra geografía. La agenda del Evangelio no es humana, sino divina y consiste en “proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios”.

  • La prioridad del evangelio predicado

“Proclamando” alude a la labor un heraldo del emperador o de la ciudad, que en los juegos proclamaba los honores y los vencedores de las pruebas. El heraldo anuncia el vencedor y los honores o coronas que la ciudad concede a estos hombres dignos en respuesta a sus méritos deportivos. Y este honor se proclamaba en el teatro o en la asamblea, de manera pública. Así que Jesús, de manera pública, proclama y continúa proclamando mientras recorre las ciudades y aldeas, “las buenas nuevas del reino de Dios”. Proclamando y “anunciando”. La diferencia con proclamar se encuentra en el acento en QUIEN anuncia, no es un heraldo, sino Jesús mismo, quien continúa anunciando, mientras recorre las ciudades y aldeas, “las buenas nuevas del reino de Dios”. Jesús, el Hijo de Dios continúa cumpliendo con su agenda llevando a cabo la prioridad del evangelio: ser predicado. ¿Es tu prioridad anunciar, proclamar el evangelio? Jesús anunciaba el evangelio en ciudades y aldeas, como hemos leído y como Lucas ha observado anteriormente en Lucas 4:43[1].

Jesús proclama y anuncia las buenas nuevas del Reino. Su mensaje no tiene que ver con un “todo te va ir bien en esta vida”, “sigue a Jesús y disfrutarás de un camino de rosas”, “sigue con tu vida, pero haz una oración y serás salvo”. Su mensaje es exclusivo: Solo hay una puerta, solo hay un camino, solo hay una verdad: Jesús. ¿Es lo que proclamas? ¿Es la roca donde construyes tu casa o sigues en la arena?  ¿Estás cumpliendo la prioridad del evangelio de ser predicado? ¿Lo anuncias? ¿Qué impacto tiene el evangelio en tu agenda? ¿En tu día a día? ¿En tu economía? ¿En tu tiempo?

  • La prioridad del evangelio APOYADO (8:1b-3)[2].

¿Qué quiere decir Jesús? ¿La iglesia necesita una grada de animación? ¿Una palmadita en la espalda del predicador: “que bien predicas hermano”? ¿Un “like”? ¿Un “follow”? Dos grupos de personas siguen a Jesús, apoyando la predicación del evangelio. Por un lado, “con Él iban los doce”. Lucas los presentó en 6:12-16. Estaban en proceso de formación, iban a ser los predicadores del mismo reino que Jesús anunciaba y estaban aprendiendo como hacían el resto de discípulos: por imitación, siguiendo los pasos 24×7 de su maestro.  Y aquí los doce estaban aprendiendo del maestro para predicar el evangelio.

Predicar el evangelio es un deber de todos los que somos sus hijos salvados, y predicar el evangelio es un llamado exclusivo para algunos, para que dediquen su tiempo exclusivamente al evangelio: es un llamado general, pero también particular. Todos debemos predicar el evangelio, solo los doce de una manera singular. Y en ello estaban. Ahora, ¿qué sucede si estás en el grupo similar a los doce, donde sientes el llamado a predicar el evangelio como forma de vida? Habla con los ancianos y ellos te guiarán y ayudarán a ver si tu llamado es real, firme y los pasos a dar. Y, ¿qué sucede si NO estás en el grupo de los doce, si NO tienes una llamado a predicar el evangelio como forma de vida? ¿Qué haces si tienes el llamado general a predicar el evangelio, pero NO el particular para vivir exclusivamente predicando el evangelio?

Lucas presenta a un grupo que comprende su llamado, en segunda línea de batalla para APOYAR a los que están en primera línea: las mujeres (vv. 2-3) que APOYAN ECONOMICAMENTE el ministerio de Jesús. Es importante ver la distinción y diferencia que Lucas hace. Las mujeres no forman parte de los doce. Los doce siguen a Jesús con la idea de aprender, como discípulos. Las mujeres siguen a Jesús para apoyar su ministerio. Las mujeres tienen el llamado general de predicar el evangelio, como cada hijo de Dios, pero no tienen el llamado de vivir de predicar el evangelio, tampoco de liderar la iglesia, ni de predicar en la iglesia. Estas verdades se observan en el ministerio de Jesús y en las cartas de los Apóstoles como 1 y 2 Timoteo. Son mujeres que han sido impactadas por el ministerio de Jesús y por la salvación que brinda el evangelio y responden: APOYANDO. Algunas son mencionadas por nombre y Lucas expone más detalles. Pero hay un segundo grupo de mujeres: “y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos” Muchas otras mujeres comprendieron su llamado particular a APOYAR la predicación del evangelio. Y este “contribuir al sostenimiento con sus bienes personales”, implica una acción que ya sucedía en el pasado y que continúa en el presente. Estas tres mujeres, junto con otras, producían el apoyo económico necesario para que Jesús predicara el evangelio y enseñase a los doce a hacerlo.

Cristo es el mensaje central del evangelio. Así que ven a Cristo arrepentido,  porque solo Cristo es el camino al Padre. Y si Dios te ha llamado y los ancianos han validado y reconocido tu llamado, no te desvíes. Cumple tu llamado y la PRIORIDAD DEL EVANGELIO: predica el evangelio. Y, en segundo lugar, ¿estás invirtiendo en el evangelio o estás ofrendando como los fariseos para ser visto por los hombres y recibir el aplauso humano? ¿Estás ofrendando para lo terrenal o estás invirtiendo en el AVANCE DEL REINO? Si no quieres predicar, si no quieres ofrendar… tú te verás con Cristo en la eternidad. Pero, deja de tirar piedras o de torpedear a los que están PREDICANDO y a los que están APOYANDO económicamente el avance del evangelio.

La agenda de Jesús muestra la prioridad de predicar y apoyar la predicación del evangelio. ¿Qué impacto tiene el evangelio en tu agenda, en tu tiempo y en tu economía?


[1] Lucas 4:43 (LBLA) Pero Él les dijo: También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto yo he sido enviado.

[2] Lucas 8:1b con Él iban los doce, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, 3 y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.

Daniel Corral

Autor Daniel Corral

Sirve al Señor en una iglesia en Pontevedra y es profesor en el Seminario Berea (León, España).

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