Sería formidable que desde el día que fuimos llamados por Dios a salvación y fuimos regenerados hasta el día que finalmente pasemos a la presencia del Señor, como cristianos ya no dudemos jamás. Pero, la verdad es que los cristianos pasan por momentos o periodos de lucha espiritual que los llevan a dudar las promesas y afirmaciones de Dios en su Palabra.
La duda es un problema común a todo cristiano, aun en aquellos que son maduros en la fe. De hecho, en el capítulo 7 del evangelio de Lucas nos encontramos al mismísimo Juan el Bautista experimentando dudas con respecto a la mesianidad de Jesús. Resulta muy instructivo observar que aquí tenemos a un creyente, Juan el Bautista; el hombre, de quien el mismo Señor Jesucristo dijo que de los nacidos de mujer no hubo alguien mayor que él (¡qué declaración! Nadie en el mundo ha sido, es, ni será mayor que Juan el Bautista) con dudas.
¿Qué está sucediendo en la vida de Juan? El mejor de todos los hombres, el más grande de todos los hombres, el más noble de todos los hombres experimentando duda. ¡Un creyente que duda! Esto es posible, al punto de venir a ser una experiencia común a todos los verdaderos creyentes. De hecho, cada vez que en los evangelios encontramos a alguien que duda, esa persona es un creyente. ¿Por qué la duda en un creyente? La duda tiene que ver con el perfeccionamiento de la fe. Puede ocurrir en un niño en la fe, como también puede suceder en un creyente maduro. Puede ser inmadurez o puede ser una actitud pecaminosa. Permíteme explicar, la duda honesta no es algo pecaminoso al principio de nuestra carrera espiritual, pero se convierte en algo malo, indigno de Dios, en los que han caminado por largo tiempo con el Señor y conocen su Palabra. La duda honesta es saludable si nos ayuda a examinar afirmaciones y tratar de discernir entre lo falso y lo verdadero. Por ejemplo en Hechos capítulo 17 tenemos esta declaración de Lucas acerca de los de Berea que estaban escuchando la predicación de Pablo y Silas en la sinagoga: Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así (Hechos 17:11)
Este es un tipo de duda honesta que nos sirve en el proceso de llegar a la verdad. Los apóstoles dudaron del Señor en varias ocasiones, fueron “hombres de poca fe” y sin embargo, su fe creció y se convirtieron en aquellos que transformaron el mundo con su predicación. La duda puede ser saludable al principio de nuestro peregrinaje como creyentes, cuando la información es limitada, pero no es un buen lugar en donde terminar.
La duda de Juan en cuanto a Jesús tenía que ver con falta de información, información limitada. ¿Qué de nosotros hoy? Si dudamos porque somos ignorantes de la Palabra de Dios no es porque Él no nos ha dado revelación. Nosotros tenemos la Palabra completa y en la medida que la conocemos más y la estudiamos… ¡más se aclaran nuestras dudas! Si luchamos con dudas en cuanto a la Escritura hoy es porque no la conocemos bien, o no queremos creer lo que Dios nos dice en su Palabra. Si este es el caso, entonces nuestro problema es uno de pecado, dureza de corazón, no es falta de información. Toda la evidencia que necesitamos se encuentra ahí. La mente de Cristo se encuentra en la Palabra. Entonces, cuando la duda viene de donde sea nuestra inclinación y acción automática debe ser ir a la Palabra, inquirir en ella con diligencia (2 Co. 10:3-5).
Satanás y sus huestes tratan de plantar falsedad y dudas. Nos encontramos en esta guerra por la verdad. La batalla es en el campo de las ideas, los pensamientos. ¿Qué pensamientos permites que controlen tu mente? ¿Son pensamientos procedentes de la verdad del Evangelio revelado en la Escritura? ¿O son pensamientos errados basados en las mentiras de Satanás? Es importante entonces, resistir el ataque en contra de la verdad, estableciendo nuestra mente y activamente trayendo todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (Efesios 6:10-14; Filipenses 4:8; Colosenses 2:8)
La mayoría de los judíos se escandalizaron de Jesús. No creyeron en él, le rechazaron y finalmente lo ejecutaron en una Cruz. Pero, ¿Qué paso con Juan? En Mateo 14 encontramos la conclusión. Juan nunca hizo ninguna otra pregunta a Jesús; nunca busco mas información. Una vez que los dos discípulos que vinieron a Jesús con la pregunta, regresaron a Juan con la información de lo que habían visto y oído, Juan ya no tuvo más dudas.
Juan fue decapitado antes de que Jesús muriera en la Cruz, antes de que Jesús resucitara. Juan nunca escucho mucho de lo que Jesús enseñó porque estaba encarcelado. Juan nunca vio los milagros hechos por Jesús. Y cuando Juan murió, los discípulos vinieron a Jesús ¿Por qué? Porque Juan creía en Jesús como Mesías. De otra manera, estos discípulos no hubieran venido a contarle el dato de su muerte. Juan había recibido el mensaje de que el Reino había sido inaugurado y que Jesús era el rey.
¿Estás luchando con dudas? Ve a La Palabra de Dios y fortalece tu fe confiando en lo que “así dice el Señor”…”así dice la Escritura”….”resistid al diablo y de vosotros huirá”.