Hace unas semanas, en mi casa, mientras degustábamos una variedad de pizzas que había hecho mamá, los niños y yo tuvimos una conversación muy importante: ¿Cuál sería la pizza perfecta? “Claro, todo depende de que pones en la pizza”, dijo uno de los niños: Anchoas, aceitunas, piña, beicon, jamón york, etc. La lista era extensa, pero cuando mi hijo del medio dijo que le gustaría utilizar pan plano como masa, allí la conversación se tornó en una discusión acalorada. Nuestro hijo mayor alegaba que la pizza tiene que ser con “masa italiana”, mientras que el otro decía que daba igual la masa, pero lo importante eran los “toppings” o ingredientes que se le ponía a la pizza. Finalmente, los dos estaban de acuerdo; lo que hace una pizza era la suma de sus ingredientes y no llamarla pizza porque se te ocurre a ti. Esa conversación me hizo reír porque fue bastante filosófica, aunque no era la intención original de mis dos hijos mayores. Y me hizo pensar en otro atributo de Dios que está olvidado: su simplicidad.
Cuando hablamos de la simplicidad divina, quizás pensemos que es una blasfemia afirmar que Dios es simple, después de todo Romanos 11:33-36 nos dice que Dios es profundo, insondable, que nadie puede conocer Su mente, ni Sus caminos. Entonces, ¿Cómo podemos afirmar que Dios es simple?
Cuando los teólogos se refieren a la simplicidad de Dios, no están hablando de su intelecto, ni de su poder; sino que Dios no tiene partes. Él no es un ser complejo como nosotros, en el sentido de que sus atributos no son la suma de sus partes que completan quien es Él. Dios existe en una unidad total de acuerdo a quién es Él. Como escribió el teólogo holandés, Herman Bavinck, “(Dios)… no compuesto, totalmente libre de todo compuesto de espíritu y materia, pensamiento y extensión, ser y propiedades, razón y voluntad, y componentes similares y todo lo que tiene también es pura verdad y vida y luz”[1].
El ser humano es un ser complejo, esto significa que tiene partes… parte de él podría ser “bueno” y otra parte de este ser humano podría ser “malo”. Una persona está compuesta por la suma de lo que es esa persona. Pero Dios no es así; Dios no es complejo, la suma del total de sus atributos no lo hacen Dios, sino que DIOS ES DIOS. Y podríamos afirmar que Dios, en esencia, es 100% cada uno de sus atributos. Dios es poder, no solo tiene Poder. Dios es amor, no solo tiene amor. Dios es justo, no solo tiene justicia. Observa algunos ejemplos de la Palabra de Dios:
Jeremías 10:10 Pero el SEÑOR es el Dios verdadero; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante su indignación.
Jeremías afirma aquí que Dios es verdadero, que Dios es eterno, que Dios mismo es ira. No que tiene cada una de estas cosas.
Jeremías 23:6 En sus días será salvo Judá, e Israel morará seguro;
y este es su nombre por el cual será llamado: “El SEÑOR, justicia nuestra.”
DIOS ES JUSTICIA
Juan 1:4–5 En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.
JESÚS ES VIDA… y JESÚS ES LUZ
Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
JESÚS es el CAMINO.
JESÚS es la VERDAD.
JESÚS es la VIDA.
1Cor. 1:30 Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención.
DIOS ES SABIDURÍA
1Juan 1:5 Y este es el mensaje que hemos oído de El y que os anunciamos: Dios es luz, y en El no hay tiniebla alguna.
DIOS ES LUZ
1Juan 4:8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
DIOS ES AMOR
Con estos pasajes podemos afirmar que cada atributo de Dios… cada perfección absoluta de Dios es idéntico a su esencia. Ahora… ¿Qué quiere decir esto para ti y para mi?
A primera vista la unidad de Dios, la simplicidad de Dios parece algo abstracto, algo totalmente fuera de quien es Dios, pero nada más lejos de la verdad: El hecho que Dios no es complejo, el hecho que Dios no tiene partes nos tiene que animar y hay varias implicaciones, pero sólo me gustaría centrarme en 2:
- Dios no es como nosotros.
Sí, Dios no es como nosotros. Tú y yo cambiamos constantemente, tenemos un límite, nuestra esencia es cuerpo y espíritu y por ello somos finitos… PERO Dios ES infinito por esencia y sus perfecciones son infinitas también. Esto nos ayuda a no pensar en Dios como teniendo cualidades humanas, sino como un Dios de perfecciones ilimitadas. Dios no tiene una parte de su ser que es misericordia y otra parte de amor.
Dios no se divide entre la justicia y Su ira. Dios no es mitad santo y mitad misericordioso. Dios en esencia es cada una de esas cosas cien por cien. Y esto quiere decir que no podemos agotar Su paciencia, ni podemos agotar Su amor, ni Su misericordia. Nuestra paciencia se agota, sino pregunta a nuestros hijos, pero nunca la de Dios. Mi justicia es selectiva, no es así con Dios. Mi atención está dividida, pero nuestro Dios no es así. Entonces, esto quiere decir que podemos venir delante de este Dios y podemos orar a Él. Podemos venir a Él y adorarle y saber que Dios es un Dios infinito. Y porque Su esencia es totalmente diferente a la nuestra, Él puede obrar.
- Dios no depende de nadie
Hace unas semanas escribí un artículo sobre la aseidad de Dios y Su independencia. Pero la simplicidad de Dios apunta a su independencia también. Cada cosa o persona que tiene partes, depende de otras cosas. Volviendo al ejemplo de la pizza, una pizza tiene ingredientes para poder ser pizza. Hasta el mismo hombre consiste de partes: sin alma, el hombre no es hombre; sin cuerpo, el hombre está muerto. Pero Dios no tiene partes, no depende de nada en especifico para ser Dios y esto lo hace verdaderamente independiente. La esencia de Dios es Dios y nada más. Por eso podemos adorarle y le adoramos por quien es Él. El Dios soberano, el Dios santo, el Dios justo, el Dios de Amor.
La simplicidad de Dios es importante porque por Su 100% santidad y 100% ira, vemos Su amor 100%. Un amor que le llevó a diseñar el plan de Salvación y enviar a su hijo Jesucristo para morir por nosotros. Y esa simplicidad, nos da la certeza que Dios no cambiará; que Él no se cansará de nosotros, Sus hijos, que no cambiará las condiciones de la salvación y que nunca nos rechazará. Porque Dios no es cómo nosotros… Y es que Dios es Dios y yo… soy yo.
[1] Herman Bavinck, “Nuestro Dios Maravilloso: Una Teología Sistemática. Kerigma: Salem, OR., 2016., 97.