“Dad gracias en todo”. Un simple, pero exhaustivo mandamiento: dad gracias en todo, sin excepción en toda y cada situación que nos afecta… ¡Dios por medio de Su Palabra nos llama a dar gracias! La pregunta es sencilla… ¿Lo estamos haciendo?
La frase “en todo” es la traducción del griego “en pante” que significa en relación a todo en la vida. No importa qué cosa, con la excepción del pecado, como hijos de Dios recibimos el mandato a dar gracias, y esto implica tener un espíritu de gratitud. Sin importar lo que nos suceda, vicisitudes, luchas, pruebas, cosas positivas y cosas negativas; en todo debemos encontrar una razón para dar gracias a Dios.
El mundo en general está compuesto por seres humanos no agradecidos; un corazón desagradecido a Dios revela su verdadera condición espiritual: espiritualmente muerto…y desagradecido En Romanos capitulo 1 Pablo esta describiendo a los incrédulos y rebeldes, y entre sus características encontramos esto en versículo 21 que, aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. El individuo que no ha sido regenerado no da gracias a Dios, no encuentra en su corazón, en su condición natural el ser agradecido con Dios. Puede que, por costumbre o tradición cultural, como un loro repite frases tales como “gracias a Dios”, pero los únicos que pueden ser genuina y naturalmente agradecidos a Dios son aquellos que hemos sido regenerados por su Espíritu. Ahora bien, no siempre lo hacemos, por eso es que continuamente encontramos exhortaciones a dar gracias, en la Escritura, pero cada una de estas exhortaciones son mandamientos dirigidos específicamente a los hijos de Dios, los únicos que realmente tienen la capacidad de expresar genuina gratitud a Dios.
Tal vez en el momento no puedo ver lo bueno, o el bien que mi experiencia presente trae a mi vida, pero puedo elevar la vista hacia el futuro y saber, sin lugar a dudas, que Dios hará que esa experiencia sea para mi bien (Romanos 8:28) Por esta razón, y a pesar de las persecuciones y dificultades que experimentaban, la enseñanza apostólica incluía la exhortación a orar…. ¡con acción de gracias! Simplemente presta atención a los siguientes ejemplos redactados desde la cárcel:
¡Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios” (Filipenses 4:6)
“Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias” (Efesios 5:3-4)
La iglesia primitiva se caracterizaba por acción de gracias, y no precisamente porque su vida resultase fácil. Pero, estaban convencidos de que todo ayuda para bien. Fuimos bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo. Vamos en camino a la gloria. Nuestra herencia esta en los cielos de donde esperamos a nuestro Salvador. Nada ni nadie nos separara del amor de Dios que es en Cristo. Hemos sido liberados de la condenación y el control del pecado (Romanos 6). Hemos muerto con Cristo y nuestra vida esta escondida con él en Dios. En Cristo tenemos redención, el perdón de pecados. ¿Como es que no daremos acción de gracias?
Sin embargo, la fuente de una gratitud genuina no se encuentra en el sabernos privilegiados solamente, una vida llena de gratitud es el resultado de estar llenos del Espíritu Santo. Así lo enseñó el apóstol Pablo en Efesios 5: “Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor”. Cuando el Espíritu Santo nos controla, uno de los resultados entre estos que Pablo subraya, será, versículo 20, dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre. Esto mismo aclara a los colosenses. Pablo les exhorta en el capítulo 2 de esa epístola diciendo: Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El; firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud”. Nota que la exhortación no es solamente a ser agradecidos, sino a “rebosar de gratitud”. Y esa misma referencia a la gratitud se repetirá tres veces más en la carta: “sed agradecidos” (3:15); “con acción de gracias en vuestros corazones” (3:16); “con acción de gracias” (4:2).
Resulta evidente que Dios quiere que seamos hijos caracterizados por gratitud. Esta debe ser nuestra actitud interna del corazón, al punto de revelar cuál es nuestra verdadera condición espiritual. Nuestra madurez cristiana no se mide por nuestra actividad ministerial, por cuan fieles somos en asistir a los cultos, cuánto damos en el plato de la ofrenda, o si somos libres de los pecados groseros (fornicar, robar, mentir, matar etc.). Sin duda todas estas cosas son importantes; pero el crecimiento espiritual verdadero va más allá y es más profundo; Este se mide por las actitudes del corazón reveladas en pasajes como los mencionados. A la hora de tomarnos la temperatura en términos espirituales debemos hacernos algunas de estas preguntas: ¿Qué gozo estoy experimentando y demostrando? ¿Cómo esta mi vida de oración? ¿demuestro gratitud en todo y por todo? Si estas actitudes no son parte continua de nuestra vida cristiana, siento decirte que algo anda mal. Si ese es el caso, el pecado nos está derrotando. Estamos siendo engañados por nuestro enemigo (Satanás y sus huestes) y, posiblemente, el mundo y sus atracciones nos están fascinando (1 Jn. 3:15). Caminamos a demasiada distancia de nuestro Señor y no estamos cultivando un espíritu de gratitud en nuestra alma.
Puede ser que alguno este pensando, “Pero Henry eso es tan difícil….hacerlo siempre…. Vivir así; yo estoy tratando de vivir lo mejor que puedo” Si ese es tu caso, observa como termina el versículo 18 de Efesios 5:“porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”. ¿Por qué es que debemos estar siempre gozosos, orar sin cesar y dar gracias en todo? Porque esta es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros en Cristo Jesús. La pregunta es sencilla… ¿Lo estamos haciendo?