Una de las cosas que despiertan en mí una admiración especial desde el inicio de la pandemia es la profesionalidad y vocación de algunas personas que han trabajado sin cesar a pesar de todas las circunstancias adversas. Personas que eran conscientes de que mientras muchos especulaban y hablaban, acertados o no, sobre la gestión del problema, trabajaban día y noche fieles a unos principios vocacionales dignos de imitar y reconocer. Lo hacían con sentido de necesidad, con angustia y dolor, con medios propios e incluso sin ellos por falta de ayuda o existencias materiales, pero han trabajado con el gozo de hacer lo que saben y hacerlo con alegría. ¡Para eso les pagan!, decían algunos, ¡es su obligación! dicen otros, muchos argumentos sin ningún tacto ni sensibilidad y con la única intención de desanimar y entorpecer un acto de profesionalidad.
En el sentido espiritual, el servicio es algo que forma parte de la vida del creyente. El Apóstol Pablo dijo “Si pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Co 10:32). Cuando Pablo instruye a los hermanos de Colosas con respecto a una vida consecuente en sujeción y deberes como un verdadero hijo de Dios les dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col 3:23) . Pablo apunta su mirada y acciones hacia el Señor siempre. La pregunta es ¿para esto se requiere vocación? Servir no es fácil, y de hecho no encontramos en la palabra que sea un “camino de rosas”, pero de la misma manera que somos salvados por pura gracia (Ef 2:5), estamos llamados a hacerlo a pesar de las dificultades con gozo para mostrar a Cristo. Es el Señor quien capacita a cada unos de sus hijos con dones para la edificación de la iglesia (Ro 12:3-12) y demanda que seamos “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.
El Apóstol Pablo es un ejemplo de servicio sufrido a lo largo de su ministerio. Estando preso en Roma, escribe a lo hermanos de Colosas ante la amenaza de ser desviados de la verdad, y les recuerda lo siguiente: “ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia”. Aquí tenemos su motivación: la edificación de la iglesia del Señor. Podemos aprender que no hay situación, por difícil que sea, que no produzca gozo si tenemos clara la intención de vivir vidas de servicio al Señor, en este caso, a pesar de la pandemia.
¿Cómo podemos servir gozosos los creyentes en tiempos difíciles?
Ante la amenaza de los hermanos en Colosas, de ser desviados de la verdad por falsos maestros que aludían a la necesidad de un conocimiento superior y cumplir con ciertas leyes judías, Pablo les escribe dando gracias a Dios por su testimonio de fe y amor entre ellos, pero también les exhorta a mantener la unidad y la fortaleza en el Señor. En Colosenses 2:1-7 les recuerda “Que el el amor que merece la iglesia es un amor sufrido, pero produce gozo”. Hay varios elementos que destacan aquí:
- El servicio al Señor para crecimiento y edificación de Su iglesia es una lucha constante. Pablo estaba “exprimiendo” todo su cuerpo, como el atleta lo hace para alcanzar la meta, preso en Roma, sabiendo de la necesidad de animar y fortalecer a los hermanos de Colosas y alrededor (v.1).
- El apóstol los alienta a fortalecer sus corazones y mantener la unidad en amor como señal inigualable de pertenencia a la iglesia que Cristo compro con su propia sangre (v.2)
- El servicio por amor a la iglesia en medio de toda circunstancia requiere de saber que Cristo es suficiente y debemos conocer Su Palabra, a fin de servir de una manera más excelente desechando cualquier enseñanza que añada o sustituya su obra de salvación (vv.3-5)
- Se trata de un llamado a vivir en consecuencia y a aplicar las verdades anteriores aferrados a Cristo de la manera en que habían sido enseñados por la Palabra.(vv. 6-7)
Que estas verdades sean de animo en el servicio al Señor en la actualidad, sea por amenaza doctrinal, pandemia, guerras o cualquier circunstancia por las que podamos pasar. Mantengamos nuestra mirada en el Señor, luchemos con gozo sabiendo que Dios tiene el control Soberano de todo, fortalezcamos los corazones manteniendo la unidad en amor como marca de identidad de los creyentes, aprendamos más de la Palabra porque ¡Cristo es suficiente!, vivamos vidas en consecuencia a nuestra nueva naturaleza en él. Su sufrimiento por nosotros fue mucho mayor para darnos un gozo eterno en Su presencia. Aunque como creyentes vivimos sabiendo que en este mundo tendremos aflicción (Jn 16:33) también estamos siendo ayudados por el Espíritu Santo, tenemos preciosas promesas (Jn 16:7) para consolarnos y fortalecernos aún en medio de toda dificultad y servir con gozo sin importar las circunstancias.
Dios reciba toda Gloria.