Me gustan mucho las películas de superhéroes. Sí, entiendo que quizás ya con esa declaración no quieras leer este artículo, pero lo cierto es que con 3 hijos varones, las películas de Marvel y DC comics están a la orden del día en casa. La pregunta que nos hacemos con los niños siempre es, ¿qué súper poder te gustaría tener? La respuesta común es muy parecida a la que quizás tu tengas, nos gustaría volar, pero también nos gustaría viajar a través del tiempo… ¡y hasta ser invisible!
Dios no es un superhéroe, Dios es Dios. Pero Dios, siendo Dios, es invisible; es lo que dice el apóstol Pablo en 1 Timoteo 1:17. En este artículo me gustaría que veamos y examinemos un atributo de Dios en el cual todos creemos, y al mismo tiempo no lo vemos como un atributo; estoy hablando de Su invisibilidad y espiritualidad. ¿Qué es lo que estoy diciendo? Que Dios es Espíritu y que Dios es Invisible.
En Juan 4, cuando Jesús se encuentra providencialmente con la mujer samaritana dice lo siguiente en Juan 4:24, “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.” Cuando leemos este pasaje, muchas veces nos centramos en la parte final que habla de adorarle en espíritu y en verdad, pero ¿qué pasa con la primera parte? Jesús está haciendo una breve declaración teológica: Dios es espíritu. Pero la pregunta es, ¿qué lo llevó a Jesús a decir esto? Quisiera que me acompañéis a Juan capítulo 4.
En el contexto, Jesús está pasando por Samaria y se encuentra con una mujer al mediodía, junto al pozo en el que ella estaba sacando agua. Los dos entablan una conversación que inmediatamente se vuelve teológica. Cuando Jesús le dice exactamente cuál era su estado civil, ella le dice en el versículo 19 y 20: “La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.” Esta mujer trata de llevar la conversación a donde ella sabe… “Ahh, todo tiene que ver con donde vamos a adorar. Nosotros, la secta de los samaritanos, adoramos aquí, pero vosotros, los judíos decís que tenéis que adorar en Jerusalén”. Así que, en pocas palabras le dice “bueno, yo soy samaritana y tu judío”. Pero Jesús, siendo el Hijo de Dios, le da una clase de teología, vemos el versículo 21 al 24:
“Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.”
No tenemos tiempo de ver esto con detalle, pero sí quisiera que podamos observar un par de cosas. Jesús lleva esta discusión teológica a donde Él quiere, y en pocas palabras le dice que la verdadera adoración no tiene nada que ver con un lugar físico, sino que la verdadera adoración tiene que ver con una realidad en el corazón del adorador.
La razón es simple, Jesús le habla de la Espiritualidad de Dios y esto significa, como dice un teólogo, que “Dios no está limitado de ninguna manera a un lugar espacial”[1]. Dios es espíritu. A veces podemos pensar que un espíritu es como un fantasma, pero en este caso no es así. Entonces, ¿Qué quiere decir que Dios es Espíritu?
- Dios no tiene cuerpo
Ya que Dios es espíritu no tiene dimensiones como nosotros, no tiene limitaciones de corporeidad; eso quiere decir que no tiene un cuerpo que lo limite a estar en un lugar en el espacio. ¿Por qué? Porque está en todos lados al mismo tiempo. Esto nos habla de su omnipresencia, Dios está en todos lados, todo el tiempo. El Salmo 139:7-12 dice,
7 ¿Adónde me iré de tu Espíritu,
o adónde huiré de tu presencia?
8 Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú;
si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú.
9 Si tomo las alas del alba,
y si habito en lo más remoto del mar,
10 aun allí me guiará tu mano,
y me asirá tu diestra.
11 Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán,
y la luz en torno mío será noche;
12 ni aun las tinieblas son oscuras para ti,
y la noche brilla como el día.
Las tinieblas y la luz son iguales para ti.”
El salmista habla de la omnipresencia de Dios y dice que, Dios está en todos lados, no nos podemos escapar de Él. El hecho que Dios no tiene un cuerpo físico nos dice que no está limitado como nosotros estamos limitados. Nosotros no podemos estar en dos lugares al mismo tiempo, nosotros abarcamos un lugar en el espacio, pero Dios no es así. Dios es Espíritu y eso quiere decir que no tiene cuerpo.
- Dios es invisible…
Pablo en una de sus doxologías más conocidas dice en 1 Timoteo 1:17:
“Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a El sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
¿Por qué Pablo menciona la invisibilidad de Dios como uno de sus atributos? Si, Dios es eterno. Sí, Él es inmortal. Sí, es el único Dios, pero ¿por qué mencionar Su invisibilidad? Me gusta mucho cómo lo explica Wayne Grudem: “La invisibilidad de Dios quiere decir que nosotros jamás podremos ver la esencia total de Dios, todo su ser espiritual, y sin embargo Dios se nos muestra mediante cosas visibles y creadas.”[2] Hay muchos pasajes que afirman que Dios es invisible, o que nadie le puede ver…
- Juan 1:18 dice, “nadie ha visto jamás a Dios…”
- Juan 6:46 dice, “no es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que viene de Dios, éste ha visto al Padre.”
- 1 Timoteo 6:16 dice, “el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible; a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A El sea la honra y el dominio eterno. Amén.”
- 1 Juan 4:12 dice, “A Dios nadie le ha visto jamás.”
Dios es Espíritu y por ende es invisible. Sí, Moisés hablaba cara a cara con Dios, como dice Ex. 33:10, como un amigo, pero lo interesante es que el mismo Dios le dijo en Ex. 33:20, “No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir.” Al mismo tiempo, Dios se reveló a Moisés y le mostró su espalda cuando lo escondió en aquella grieta en la peña en Éxodo 33. Entonces, la pregunta es: ¿veremos nosotros a Dios en el cielo? ya que Pablo dice que le veremos cara a cara en 1 Corintios 13:12. “Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara».
1 Juan 3:2 añade: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es.” Bueno, sí le veremos, pero nunca en su totalidad… porque Él es infinito, pero sí le veremos, con ojos espirituales, pero le veremos.
Ahora bien, este tema de la espiritualidad de Dios parece que no tiene ningún tipo de aplicación para nosotros, ¿verdad? Si, la hay: El hecho de que Dios es Espíritu e invisible tiene varias implicaciones, al menos tres:
- Dios es una persona
Dios no es un poder, no es una fuerza, sino que es una persona. Ya vimos lo que le dijo Dios a Moisés y como se reveló a él. Dios es espíritu, pero es un Dios personal. Desde el principio, cuando creó los cielos y la tierra, tuvo una comunión estrecha con Adán y Eva y luego vemos cómo Dios se interesa y se involucra en la vida de sus criaturas constantemente.
- Dios está con nosotros
Dios es un Dios omnipresente. Jeremías 23:23-24 dice,
23 “¿Soy yo un Dios de cerca —declara el SEÑOR—
y no un Dios de lejos?
24 ¿Podrá alguno esconderse en escondites
de modo que yo no lo vea? —declara el SEÑOR.
¿No lleno yo los cielos y la tierra? —declara el SEÑOR.”
Y esto es de mucho ánimo porque sabemos que Dios está con nosotros. No tememos porque Dios está con nosotros y está en todo lugar. ¡Qué ánimo es saber que Dios está presente constantemente! ¿No es así?
- Dios se reveló en la persona de Cristo
Dios es espíritu y es invisible. Juan 1:18, “ Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer.” Sí, Dios es invisible y Espíritu, pero Cristo lo ha dado a conocer. Fue el mismo Jesús que dijo en Juan 14:9, “quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Colosenses 1:15 añade, “[Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” Hebreos 1:3 confirma que Cristo “es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza…”
En la persona de Cristo Jesús tenemos una manifestación visible y única del Dios Invisible. Y esto nos tiene que llevar a adorarle. Adorarle porque es una persona, un Dios personal. Adorarle porque Dios es omnipresente, está con nosotros. Adorarle porque Dios se reveló en la Persona de Cristo.
[1] Wayne Grudem, Teología Sistemática., 191.
[2] Grudem, 193.