Cuando era niño, en la escuela dominical cantábamos una canción que canción decía lo siguiente:

“Tan Grande es Dios, tan fuerte es Él y no hay nada que no pueda hacer.
Los Montes son de Él, los ríos también,
los cielos son su creación.
Tan grande es Dios, tan fuerte es Él y no hay nada que no pueda hacer.” 

Esta canción, desde pequeños, nos exponía, sin que lo supiéramos, a la doctrina de quien y cómo es Dios. De hecho, esta canción para niños está repleta de buena teología.

Uno de los temas principales de este coro es la Omnipotencia de Dios. Dios es Omnipotente. Cuando decimos que Dios es omnipotente, estamos afirmando que Él posee todo poder. En las Escrituras encontramos el término Todopoderoso, que como dice la misma palabra, significa que todo lo puede. Tiene todo el poder.

Cuando pensamos que Dios es Todopoderoso, quizás nuestras mente vaya a alguna historia del Antiguo Testamento donde Dios se presenta como el Dios Todopoderoso, en Su inmenso poder de hacer milagros. Por ejemplo, en Génesis 17, vemos la historia de Abraham y Sara. En el versículo uno vemos que Dios se presenta una vez más al patriarca Abram y le dice: “Yo soy el Dios Todopoderoso”. Dios, en Su poder, hizo que una pareja de ancianos tuviera un hijo, él con 100 años y ella con 90 años y estéril (Gen. 11:30 Y Sarai era estéril; no tenía hijo”).  Este es un ejemplo de la omnipotencia de Dios. Dios obra con poder y Su poder es ilimitado.

El escritor Tozer dice en su libro, El Conocimiento del Dios Santo: “Para reinar, Dios debe tener poder, y para reinar soberanamente, debe tener todo el poder. Eso es precisamente lo que significa la palabra omnipotente, ‘que tiene todo poder’[1]. Lo que está diciendo Tozer es que la omnipotencia de Dios, Su absoluto poder, está ligado a otro de los atributos de nuestro incomparable Dios, Su soberanía. Dios tiene todo poder. El Salmo 115:3 dice, “Nuestro Dios está en los cielos; El hace lo que le place.” ¡Qué declaración sublime! Dios está en los cielos y Él hace lo que le place.

Nadie en este mundo hace lo que le place. Sí, claro que existen personas que son poderosas, que poseen recursos que parecen ilimitados, pero nadie, absolutamente nadie puede hacer lo que realmente le place. ¿Por qué? Porque existe un límite. La humanidad es finita, y en esa finitud, los humanos están limitados al tiempo, espacio, recursos, y otros los limitan. Pero Dios tiene un poder total. Dios es infinito y Su infinitud permea cada uno de Sus atributos; en este caso, porque Dios es infinito, Su poder es infinito, no conoce límite.

El poder de Dios es tal, que puede hacer lo que quiere, cuando quiere y porque quiere y todo eso no disminuye Su poder para nada. Su poder no se va a gastar, ¡no padece de falta de energía!

A lo mejor te preguntas: “Bueno, si Dios tiene todo poder y eso significa que puede hacer lo que quiere, entonces, ¿Puede Dios pecar? ¿Puede Dios volver al pasado? ¿Puede Dios hacer algo que esté en contra de Su naturaleza?”Obviamente, la respuesta es un NO rotundo. Dios no puede pecar, ni puede mentir, y como dice un teólogo del siglo pasado, “Dios no pude hacer círculos cuadrados o triángulos con cuatro esquinas”[2]. Dios no puede hacer nada que vaya en contra de Su naturaleza, ni tampoco no puede cumplir una promesa o un pacto.  La misma palabra de Dios dice que en Hebreos 6:18, “a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta”

Entonces, podemos afirmar que Dios es omnipotente, tiene todo poder, pero no puede ir en contra de Su carácter, ni de Su naturaleza. Un escritor dijo, “Sin embargo, todas estas “inhabilidades” no son debilidades, sino fortalezas. La inhabilidad de hacer el mal o mentir o fracasar es una señal de fuerza positiva, más que de fracaso”[3].

Ahora entendemos la omnipotencia de Dios. Pero, ¿qué implica la omnipotencia de Dios para personas como tú y como yo?

1. Adoración

La primera implicación es adoración. (Sí, en cada uno de los atributos de Dios, esta es nuestra primera implicación… pero es que ¡Dios es el Poderoso del Universo! Dios posee todo poder. Piensa en esto. Dios creó el universo de la nada, ex nihilo, esa frase en Latín quiere decir “de la nada”.

Rubén Videira, el decano académico del Seminario Berea, es un manitas, todos lo saben, pero aunque sea muy manitas para construir, o arreglar, él necesita materiales de construcción; de hecho, Rubén nunca ha entrado a mi despacho y me ha dicho “Gus, mira he construido una valla en el jardín de atrás de mi casa y lo he hecho de la nada…” . Pero Dios creó el universo de la nada. Pablo dice eso en Romanos 4:17, hablando de la fe de Abraham dice: “Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no existen, como si existieran.” En Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles.”

Dios creó de la nada por Su Palabra. En Génesis 1 vemos esto en el versículo 3: “y dijo Dios, Sea la luz y hubo luz”. Versículo 6: “Entonces dijo Dios”. Día tras día, Dios crea de la nada. Imaginaros el poder de Dios para desafiar las leyes de termodinámica.

Dios se merece toda la alabanza, toda nuestra adoración, porque Su poder es ilimitado. Dios habló y fue hecho, porque Él mandó y todo se confirmó (Salmo 33). Dios es omnipotente y nuestra respuesta debe ser adoración. Adorarle de corazón.

2. Confianza

Hace unos meses leía un libro de un teólogo británico que fue publicado hace unos años. El libro trata de la Trinidad y presenta a un Dios majestuoso. En medio de tratar la omnipotencia de Dios, este teólogo escribe palabras que fueron como una daga a mi corazón” Peter Sanlon dice: “Mientras escribo este capítulo, mi esposa está embarazada de una hija que sabemos que no podrá vivir más de unos pocos minutos o días después de nacer. Las sutilezas filosóficas no son lo que nos sostiene mientras hablamos con Dios sobre nuestro dolor y amor por un niño cuya vida en la tierra es tan breve. Para mí, tanto como para aquellos a quienes busco encomendar al Dios cristiano, deseo saber cómo, frente al sufrimiento, se puede confiar en Dios como todopoderoso y perfectamente bueno”[4]

Lo que está diciendo este autor es que en medio del dolor de saber que su hija iba a fallecer al nacer era que las buenas intenciones, las frases hechas, o los clichés, no es lo que nos sostiene, sino el saber que Dios es todopoderoso. En medio del dolor, en medio de la desorientación que trae el no entender las pruebas por las que estás pasando, o preguntarnos por qué pasa lo que pasa, tenemos que confiar en el único Dios que puede obrar. No nos encomendamos a una idea abstracta, ni al positivismo, ni al azar, sino que nos encomendamos al Único que es Todopoderoso. A Aquel que es omnipotente.

La historia de Job es una de las más apasionantes que se encuentran en la Biblia. Lo más probable es que Job viviera en el tiempo de los Patriarcas fuese la persona más rica del mundo. De la noche a la mañana su vida cambia, sus riquezas desaparecen, sus hijos e hijas mueren y se queda sin nada. Durante 34 capítulos Job discute con sus 4 amigos, se defiende, se justifica, hasta que Dios habla. Dios da cátedra sobre quién es Él, y le muestra Su poder, Su omnipotencia. Finalmente, Job se queda maravillado de Dios y dice en el capítulo 42:1-2: “Entonces Job respondió al SEÑOR, y dijo:  Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado.” Job se centra en la omnipotencia y soberanía de Dios. Después de escuchar a Dios, Job se queda maravillado de quién es Él.

En medio de la prueba, en medio de dolor, en medio de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, nuestra respuesta tiene que ser reconocer Quién es Dios, y confiar en el Único que puede obrar.

¡Que bendición es orar al Dios todopoderoso! Alabamos a Dios, porque Él es el único que puede obrar, y confiamos nuestro presente y nuestro futuro al Dios omnipotente.


[1] A.W. Tozer, “El Conocimiento del Dios Santo”, Miami: Editorial Vida, 1961., 73.

[2] Millard Erickson, “Teología Sistemática”, Barcelona: Clie, 2008, 301.

[3] Ibid, 3o2.

[4] Peter Sanlon, “Simply God: Recovering the Classical Trinity”, Nottingham: IVP, 2014., 104.

Gustavo Pidal

Autor Gustavo Pidal

Fue decano de estudiantes del Seminario Berea durante más de una década. En la actualidad sirve como pastor en la Iglesia Faith Bible Church (California, Estados Unidos)

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