¿Qué tres cosas te llevarías a una isla desierta? Esta es la pregunta que durante muchos años ha formado parte de la cultura popular. La respuesta busca analizar la importancia de las cosas imprescindibles por encima de las prescindibles. Hoy en día, la pregunta es diferente, porque la tendencia más reciente gira en torno a cómo sobrevivir en un mundo en ruinas, en un paisaje postapocalíptico. De ahí la nueva moda de almacenar víveres en bunkers construidos para superar, incluso, el apocalipsis atómico. Así que la pregunta que quiero hacerte es: ¿Qué tres cosas te llevarías a tu bunker atómico?
El objetivo de este artículo es resaltar la importancia y necesidad del evangelio. Y para ello, nada mejor que leer y analizar lo que para Jesús era su prioridad según el evangelio de Lucas. Una vez conozcas la prioridad de Jesús, entonces es el momento de mirar hacia uno mismo y analizar si tu prioridad está alineada con la prioridad de Jesús. Si ambas prioridades coinciden, adelante, sigue caminando así. Si no, es el momento de que reflexiones en tu vida y ordenes tus prioridades con las de Jesús. Dice Lucas 8:1: Y poco después, Él comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios.
Jesús está en mitad de su ministerio Galilea (cap 4:1-9:50). Y su ministerio comienza a tomar velocidad y Lucas pone una marcha más: “Y poco después”. Es un recurso de Lucas, similar a “y sucedió” que implica un cambio de tercio. Este paréntesis de Lucas, que no es el primero ni el último en la narración del evangelio, no es un interludio simple, sino que es una llamada de atención para que ajustes las prioridades de tu vida en consonancia con las de Jesús. Jesús está ante una situación nueva. El capítulo 7 ha finalizado con una discusión pública en un banquete auspiciado por un fariseo que buscaba conocer más acerca de Jesús. A diferencia del resto de los Lucas lo tiene claro: Jesús es el Señor. Ya en el capítulo 7 (versículos 13 y 19), Lucas se refiere a Jesús, por primera vez, como SEÑOR. En el resto de los evangelios, como en el libro de Hechos, ningún autor se refiere a Jesús como Señor hasta después de su resurrección, pero Lucas lo hace antes que nadie, movido por el Espíritu Santo al ver la autoridad y el poder de Jesús.
No cabe duda, Jesús es el Señor; Jesús es el Mesías; Jesús es el Hijo de Dios. La mujer pecadora llegó a la misma conclusión: Jesús es su Salvador. Pero los fariseos no están respondiendo correctamente a la persona y a la prioridad de Jesús. Sus prioridades están por encima de las de Jesús. La fe y las obras de la mujer son una demostración de la gracia salvadora de Dios en Jesús (Efesios 2:8-9). Y la misma verdad, en sentido contrario, demuestra que la ausencia de fe de los fariseos y unas obras que no corren paralelas a las prioridades de Jesús son evidencia de su necesidad de salvación. Así que es posible concluir que, si tus prioridades no están alineadas con las de Jesús, entonces debes venir a Él:
Juan 9:1-5 Jesús dice que es la luz del mundo. ¿Es Jesús tu luz en el mundo? ¿Es Jesús tu salvador? Si no es así, ven a Cristo, porque sin Cristo sigues en medio del dolor y la desesperanza eterna. Y si Dios te ha salvado en Cristo, lee Mateo 9:36-38 y mira a tu alrededor como lo hacía Jesús, que identificaba a sus ovejas y a las que no eran porque estaban angustiadas y abatidas. Ve y comparte el evangelio con ellos, ora por los que proclaman el evangelio y haz tú lo mismo: predica a Cristo como Salvador y Señor. Esta es prioridad de Jesús, como demuestra Lucas.
Jesús “comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios”. Esta es la prioridad de Jesús: proclamar y anunciar el evangelio. ¿Cuándo? Todos los días, sin excepción, como apunta el verbo que Lucas utiliza. “Comenzó a recorrer” es un verbo muy interesante porque solo lo menciona Lucas en todo el Nuevo Testamento (aquí y en Hec 17:1). La idea es viajar por un lugar, atravesar. Y el tiempo verbal indica una acción que ya sucedió en el pasado y que se repite en el presente. Jesús continúa con su prioridad de recorrer y atravesar “las ciudades y aldeas”. La prioridad de Jesús no depende del tamaño de la audiencia, por lo tanto, no debería hacerlo en tu prioridad. Tu prioridad la marca Jesús, no los parámetros humanos, estadísticos, demográficos, sociológicos, etc., sino los parámetros espirituales, tal y como marca la Palabra de Dios y Jesús ejemplifica. “Proclamando” como hacía un heraldo. Lucas utiliza una de cada tres veces que aparece en el Nuevo Testamento este verbo (61 ocasiones). El heraldo proclamaba en voz alta los honores y vencedores de los juegos, tanto en el teatro, como en la asamblea. Siempre era una proclamación pública. Así que Jesús, de manera pública, proclama, continúa proclamando mientras recorre las ciudades y aldeas, “las buenas nuevas del reino de Dios”.
Pero no solo las proclama, sino que también las anuncia. Y la diferencia con proclamar es el acento en QUIEN anuncia, no es un heraldo, sino Jesús mismo, el Hijo de Dios, continúa anunciando, mientras recorre las ciudades y aldeas, “las buenas nuevas del reino de Dios”. ¿Qué son estas buenas nuevas? Lucas lo ha explicado anteriormente (Luc 4:16-30), citando Isaías 42. Esta es la MISIÓN: PREDICAR EL EVANGELIO a los humildes (1:52), a los que están dispuestos a escuchar, a los que entran por la puerta estrecha y caminan por el camino angosto, a los pobres de espíritu, a los que lloran, a los que edifican su casa sobre la roca.
Jesús proclama y anuncia las buenas nuevas del reino; no un evangelio desfigurado que anuncia que “todo te va a ir bien”; un evangelio heterodoxo donde si “sigues a Jesús tu vida será un camino de rosas”, un evangelio diferente, donde “sigue con tu vida como antes, pero haz una oración y es suficiente”. Solo hay una puerta, solo hay un camino, solo hay una verdad: Jesús y el evangelio que Jesús predica. Esta es la prioridad de Jesús: anunciar el evangelio. ¿Es este el evangelio que proclamas? ¿Construyes tu casa en la roca o sigues construyendo en la arena? ¿Vives cautivado por el evangelio de Cristo? “Cuanto más veo de la gloria de Cristo, más se marchitan ante mis ojos las bellezas pintadas de este mundo”.[1]
¿Qué tres cosas te llevarías a una isla desierta? ¿Una red, una navaja suiza, un yesquero? Necesitamos el evangelio. Predica el evangelio, porque Jesús ha demostrado la importancia y necesidad del evangelio. ¿Es tu prioridad?
[1] John Owen, The Glory of Christ (Banner of Truth), p. 7.