Desafortunadamente, cuando discutimos la interpretación bíblica, normalmente pasamos el tiempo formulando declaraciones filosóficas en lugar de bíblicas. Recuerdo la primera vez que me pregunté: ¿Cómo nos dice Dios que interpretemos su Palabra?
Mi primera conclusión fue: “Simbólicamente, por supuesto, así es como los autores del Nuevo Testamento interpretaron el Antiguo Testamento.” Sin embargo, no siendo yo inspirado por el Espíritu Santo, comencé a preguntarme qué tan legítimo fuese que llegase a conclusiones tan subjetivas. Por lo que me dije: “¿Acaso puede un texto tener un significado diferente para mi que para la audiencia original? Isaías 40-44 respondió mi pregunta.
Hoy en día interpreto la Biblia de manera literal (cuando digo literal, tomo en cuenta el género de la literatura, las figuras de lenguaje, etc. Es decir, cuando el autor bíblico dice que las lenguas aparecieron como de fuego, Hch 2:3, tomo la palabra “como” literalmente, entendiendo que no era fuego, sino que era semejante a fuego en su apariencia). La razón por la cual interpreto la Biblia así es porque veo en la Biblia que Dios jamás me instruye cómo interpretar la Biblia de manera simbólica o diferente a la manera que la audiencia original debía haberla interpretado.
Además, de acuerdo a Jehová, si Su Palabra no se cumple de la manera normal en la que la audiencia original esperaba que fuese cumplida, entonces Él, por definición propia, es como madera que no se apolille (Isaías 40:20). En este artículo quisiera mostrarles cómo llegué a esta conclusión desde Isaías 42-44:
Paso 1: Jehová define la divinidad: Sólo Dios puede ver el futuro (Isaías 42:8-9, 43:10-11, 44:6-8).
“Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias“ (Isaías 42:8-9).
“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí“ (Isaías 43:10).
“Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno” (Isaías 44:6-8).
Jehová despliega su divinidad por medio de una prueba decisiva: solamente Dios puede ver el futuro.
Paso 2: Jehová define a dioses falsos como ídolos: son ciegos, mudos y tontos, y todo aquel que los adora es igual a ellos (Isaías 44:9, 12, 16-18).
Isaías continua en el siguiente versículo: “Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.” (Isaías 44:9).
Tres versículos más tarde él se mofa de los ídolos y de aquellos que los hacen: “El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya” (Isaías 44:12).
El hecho de que personas creen que puedan crear sus propios ídolos es patético a los ojos de Dios. Además, el observar que estos ídolos necesitan a alguien que los formule y luego ver que sus propios hacedores son tan débiles, hace que esto sea una imagen deplorable y lamentosa. Pero la burla continua. Isaías escribe:
“Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender” (Isaías 44:16-18).
Notamos una distinción clara entre Jehová y los ídolos. Jehová ve todo lo que existe, incluyendo el futuro. Los ídolos y todos los que los adoran son ciegos. Esto debería ser obvio ya que solamente un ser todopoderoso que controla el futuro podría saber lo que va a suceder. Un ídolo, aún cuando por medio de actividad demoniaca (1 Corintios 10:20) pudiese ayudar en llegar a una suposición del futuro más probable (cp. Hechos 16:16), aún es completamente ciego en comparación a Jehová.
Paso 3: Jehová demuestra su divinidad: Él ejecuta sus promesas tal y como lo planeó (Isaías 44:24, 26-28, cp. Jeremías 29:10, Esdras 1:1-3).
Jehová se presenta a sí mismo como el gran YO SOY. Dios, siendo el Dios multi-generacional de Abraham, Isaac y Jacob, puede pronunciar algo que generaciones después se llegue a cumplir. ¿Cuál fue la promesa de Isaías 44? Jehová promete que al final del exilio un hombre llamado Ciro sería quien declararía que Israel estaría libre de regresar a su tierra y reconstruir el templo. De hecho, Jeremías también añade que el exilio duraría solamente 70 años.
Jehová… “que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado“ (Isaías 44:28).
“Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar” (Jeremías 29:10).
¿Y qué sucedió? Esdras nos dice: “Así ha dicho Ciro rey de Persia: …suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa de Jehová Dios de Israel” (Esdras 1:2-3). ¿Y cuándo sucedió? Exactamente 70 años después (cp. Esdras 1:1 con Daniel 9:1-2).
Todo sucedió exactamente como Jehová dijo que sucedería, tal como la audiencia original esperaba que sucediera.
Conclusión: Jehová es Dios.
Pienso que todos nosotros estamos de acuerdo hasta este momento… sin embargo, creo que no debemos pasar por alto una implicación hermenéutica de suma importancia:
¿A qué conclusión debería haber llegado un judío si Ciro hubiese decretado la posibilidad de un regreso espiritual a Jerusalén y la habilidad de reconstruir murallas espirituales? ¿Qué si tal decreto hubiese sido pronunciado por un hombre llamado Jairo?
De acuerdo a la definición de deidad dada por Dios mismo, ¿a qué conclusión debería haber llegado un judío si el decreto de Ciro hubiese sido 83 años después del exilio? ¿Cree usted que un judío hubiese pensado “bueno…está bien Jehová, intentaste lo mejor que pudiste… de todas maneras 70 años probablemente era simbólico de un periodo completo de tiempo”? Creo que hubiese alzado sus puños al cielo y en enojo declarado que Jehová era como los ídolos de las naciones, impotente para cumplir Su Palabra de la manera tan obvia como la había declarado.
Espero que mi punto sea claro: Si las profecías no se hubiesen cumplido tal como la audiencia original debían entender que cumpliesen, entonces Jehová, por definición propia, es madera que no se apolille y merecedora del fuego.
Gracias a Dios, este no es el caso. Jehová es Dios y él siempre es fiel a su Palabra. Es por esto que yo tomo con gran seriedad el propósito del autor, estudio el contexto histórico y laboro con gran esmero para ponerme en la piel de la audiencia original, pues el tomar a Dios tal como su palabra fue escrita es lo que alimenta mi adoración a aquel que siempre cumple lo que dice.
[1] Este artículo fue originalmente publicado en el blog de TMS. Puede visitarlo aquí