William James Sidis nació el 1 de abril de 1898 en Nueva York. Desde pequeño, demostró una capacidad excepcional para aprender y procesar la información. Sin duda fue un fenómeno intelectual, como atestiguan los logros de su infancia. Con tan solo dos años, Sidis sabía leer inglés y, a los cuatro, mecanografiaba trabajos originales en francés. A la edad de cinco años había ideado una fórmula mediante la cual podía nombrar el día de la semana para cualquier fecha histórica determinada. A los ocho proyectó una nueva tabla de logaritmos basada en el número doce. Ingresó a Harvard a la edad de doce años y se graduó cum laude antes de los dieciséis. Las matemáticas no eran su único fuerte, porque con dieciséis años podía hablar y leer con fluidez en francés, alemán, ruso, griego, latín, armenio y turco. Durante su primer año en la Universidad de Harvard, Sidis asombró a estudiantes y científicos con sus teorías sobre los «Cuerpos de la Cuarta Dimensión»[1].

El objetivo de este artículo no es hablar de Sidis, sino de Esdras, un hombre que destacó la importancia de “estudiar la ley del SEÑOR, y a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel” (Esdras 7:10). En otras palabras, Esdras fue un predicador que exponía la Palabra de Dios porque estudiaba y obedecía la Palabra de Dios. Esdras es uno más de una lista larga de predicadores del Antiguo Testamento (Isaías, Jeremías, Ezequiel, Jonás, Amós, Miqueas y el propio Moisés). La predicación no es un invento del Nuevo Testamento. Pablo captó la importancia de la predicación con el ejemplo perfecto de Jesús: Porque ya que en la sabiduría de Dios el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios, mediante la necedad de la predicación, salvar a los que creen (1 Cor. 1:21)

Frente a la deriva de la predicación actual en tantos púlpitos (o lo que queda de ellos), puedes aprender de un señor llamado Esdras a “estudiar, practicar y enseñar” la Palabra de Dios.

  1. Esdras estudia

El rango semántico de la palabra “estudiar” en el original es amplio. De hecho, aparece un total de 165 veces en el Antiguo Testamento y puede significar, en función de contexto “preocuparse por, indagar, consultar, buscar, requerir, estudiar, investigar, examinar” e incluso “preguntar”. Pero en Crónicas y Esdras y Nehemías, que son libros relacionados, se observa como Esdras 6:21 usa esta palabra‎ (referido a Yahweh) como motivo para la separación de prácticas inmundas; y en paralelo, cuando se refiere a la Palabra de Dios significa estudio (7:10).

Joseph Parker fue un predicador del s. XIX, y preguntado por su energía a la hora de predicar los domingos, respondió: “He hecho de mi estudio previo a la predicación mi deleite, una fiesta para mi alma. Eso es todo. Hermano, ve y haz lo mismo, ¡y que Dios te bendiga!”[2] Todo empieza con el estudio, y lo primero que debes aprender de un señor llamado Esdras es a estudiar la Palabra.

  1. Esdras practica

Este verbo “practicar” aquí, tiene la idea de acción, de crear, incluso, si se refiere a Dios. Esdras pone en acción lo que ha estudiado anteriormente. Esdras es un ejemplo de hacer, establecer, efectuar, lograr, completar, ejecutar la Palabra de Dios, una vez que la ha estudiado en profundidad. Esdras no se queda en un conocimiento intelectual, sino que aplica a su propia vida lo que ha estudiado en la Palabra. Esdras es, sin duda, un buen ejemplo del sabio de Prov. 1:7: “El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción”.

Cuando apunta al “principio”, Salomón está hablando de origen. De hecho, en el original, se trata de la misma palabra que se utiliza al menos 49 veces en el Antiguo Testamento para hablar del comienzo, incluso de la Creación. Es la palabra que aparece en Génesis 1:1 “En el principio creó Dios…”.  Así, el origen mismo, la creación y fuente de la sabiduría, está y es Dios mismo. Y para acentuar esta realidad, Proverbios utiliza una técnica hebrea típica de sus escritos: la técnica de contrastes con sinónimos y antónimos.

Esdras no solo aprecia la Palabra de Dios, sino que la practica. De manera que, lo segundo que debes aprender de un señor llamado Esdras es practicar la Palabra.

  1. Esdras enseña

Esdras es un buen ejemplo a la hora de saber discernir entre lo urgente y lo importante, como Jesús enseñó a Marta en Lucas 10:42: “pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada”.

El libro de Esdras explica la necesidad de llevar a cabo una tarea material, la reedificación del templo (3-6), pero al mismo tiempo, una tarea espiritual, la vuelta a la ley (7-10), dirigida por Esdras. Y en el libro de Nehemías se observa como Esdras continúa con su labor espiritual, la ratificación de la ley (Neh 8-10), por medio de enseñar la Palabra. Esdras es un pastor-maestro-predicador (Esd 7:10) que desde un estrado de madera (Neh 8:4), abrirá la Palabra (Neh 8:5) y la enseñará e interpretará (Neh 8:8) para que el pueblo lo entienda. Y si en la vida en general el orden es importante, mucho más en la enseñanza de la Palabra. En la predicación, ¡el orden de los factores sí afecta al producto! Esdras sabía que este orden no se puede alterar: Estudia la Palabra, practica la Palabra y enseña la Palabra.

Corren tiempos donde el púlpito está seriamente amenazado por sucedáneos pseudo-espirituales que desplazan la Palabra. Pero el púlpito hoy no necesita a un William J. Sidis que deslumbre con su conocimiento intelectual. Es urgente llenar los púlpitos de hombres decididos a recuperar las prioridades de la predicación. Esdras dió un lugar primordial en su vida a la predicación de la Palabra.

Dicho esto, lo que debes aprender de un señor llamado Esdras es estudiar, practicar y enseñar la Palabra. En este orden.

 


[1] https://www.sidis.net/  (último acceso el 14/06/2026)

[2] Joseph Parker, Studies in Texts: For Family, Church, and School, (New York: Funk & Wagnalls, 1891), vol 1, 8-9.

Daniel Corral

Autor Daniel Corral

Sirve al Señor en una iglesia en Pontevedra y es profesor en el Seminario Berea (León, España).

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