En el año 2003, un camarero de Inglaterra fue detenido por el asesinato de una mujer en Italia el año anterior. El único problema era que ese hombre nunca había salido del país en su vida. Tras una investigación más detallada, y 20 días en la cárcel, el acusado fue exonerado. ¿Qué había pasado? Los investigadores habían dependido de una prueba que solo requería coincidencia en 7 puntos en la cadena de ADN—7 puntos de 13 totales. A esto se le conoce como caso de identidad equivocada, porque los investigadores no usaron todos los identificadores para confirmarla.
Algo parecido ocurre cuando se trata del Siervo de Yahweh que se revela en los cánticos del Siervo en Isaías 40 al 66. Esto es, en parte, porque a lo largo de esos capítulos donde Dios proclama Su salvación para con Su pueblo, un pueblo que pronto se encontraría en el cautiverio en Babilonia, Dios se refiere a varios personajes de una misma forma: “Mi siervo”. Por ejemplo, en Isaías 41:8, Dios llama a la nación de Israel “siervo mío”. En el contexto, resulta claro que se refiere a la nación de Israel, no solo porque se dice explícitamente, sino por la descripción: “Siervo mío, Jacob, a quien he escogido…a quien tomé de los confines de la tierra” (41:8-9), antes de clarificar que este siervo Jacob es una referencia a los “hombres (plural) de Israel” (41:14). De nuevo en 43:10 les llama sus “testigos (plural)”, y el contexto muestra claramente que es una referencia a la nación de Israel, Su siervo escogido entre las otras naciones. Israel es un siervo de Yahweh en Isaías 40-66. Pero también hay otro siervo de Yahweh que se revela en las páginas de Isaías: El Rey de Persia, Ciro. En Isaías 44:28-45:4, Dios llama a Ciro a ser ese “pastor” que reedificará Jerusalén, a quien Yahweh tomará de la mano y someterá las naciones ante él, y Ciro cumpliría la voluntad del Señor, trayendo salvación a Su pueblo.
Detrás del “escenario” constantemente en este libro está el siervo de Yahweh, Isaías (c.f. Isaías 20:3). Pero con tantos siervos de Yahweh (siervos con con “s” minúscula) en este libro, la pregunta es: ¿cómo podemos identificar correctamente a ese Siervo de Yahweh (con “S” mayúscula) que traerá la salvación de Dios para Su pueblo y a las naciones también? Para dar respuesta necesitamos evaluar todos los puntos de su ADN, porque al examinar cada detalle de estas profecías podemos concluir sin duda alguna que se trata del Mesías, Jesucristo.
Considera los siguientes “puntos” de su ADN:
Isaías 42:1
“He puesto mi Espíritu sobre Él”: El Siervo será lleno del Espíritu, y mientras que otros siervos como Israel e Isaías sirvieron por el poder del Espíritu, esta característica excluye a Ciro, de lo cual no se dice nada con respecto al Espíritu.
“El traerá justicia a las naciones”: Es cierto que Israel fue llamado para atraer a las naciones para que viniesen a adorar a Yahweh y aprender Su justicia, pero Israel no fue el siervo adecuado, pues nunca cumplían con el cometido de ser bendición para las naciones. Y en lugar de traer justicia a las naciones, vinieron a ser aún más pecaminosos que las naciones (Jueces 17-21).
Isaías 42:6
“Te pondré como pacto para el pueblo, como luz para las naciones”: Esta frase nos ayuda con la identificación del Siervo. Él estará involucrado directamente con formalizar, y ser, un pacto para el pueblo. Pero, al decir “para el pueblo” se establece la identidad del siervo como independiente, o apartado, de entre el “pueblo” (la nación de Israel). Además, el Siervo será “luz para las naciones,” que implícitamente establece su identidad como parte de Israel y no de las naciones.
Isaías 49:3
“En quien yo mostraré mi gloria”: El Siervo manifestará la gloria de Yahweh–no solo por medio del Siervo, sino en el Siervo. En 49:5 dice: “honrado soy a los ojos del Señor”. La palabra “honrado” es de la misma raíz de la palabra “gloria” que Yahweh usa cuando dice “mi gloria a otro no la daré” (Is. 42:8). Dios no glorificará a otro, pero sí glorificará a Su Siervo, una realidad repetida en Isaías 52:13, porque el Siervo tiene la misma gloria de Yahweh (Juan 17:5).
Isaías 49:6
“Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel”: Otra vez, y a pesar de llamar al Siervo “Israel” en 49:3, vemos la distinción entre el Siervo y la nación de Israel, porque la nación no puede restaurar a la nación, solo el Siervo escogido de Yahweh, quien representará a Israel, y cumplirá la misión que Israel como nación falló, siendo “luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.”
Isaías 53:4-6, 10, 12
“Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades, el Castigo por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados…el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación…llevando Él el pecado de muchos”: Una de las muestras más claras de la identidad del Siervo se encuentra en su sacrificio vicario y expiatorio. El Salmo 49:7 dice que “nadie puede en manera alguna redimir a su hermano ni dar a Dios rescate por él…porque la redención de su alma es muy costosa.” En otras palabras, un hombre no puede ser el sacrificio que trae perdón a otro hombre. Y la razón para eso es que todo hombre es pecador (Romanos 3:23), y tiene que pagar la paga por su propio pecado (Romanos 6:23)—no puede morir en lugar de otro. Sin embargo, Isaías 53 afirma que el Siervo hace justo esto—recibiendo el castigo por el pecado del pueblo, entregándose como ofrenda (sacrificio) de expiación, llevando el pecado de muchos en Su muerte. ¡Todo esto es imposible! A menos que ese Siervo sea hombre perfecto, sin pecado. Y es justo lo que se afirma en versículo 9: “no había hecho violencia, ni había engaño en su boca…”.
Hay muchas pruebas de quien es este Siervo de Yahweh, pero Isaías revela que solo existe uno capaz de cumplir estas profecías y traer salvación a Israel y las naciones, y no es otro que el inocente Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, el Cordero sin tacha ni mancha, el, una vez para siempre, Sacrificio por los pecados, que pronto volverá para reinar sobre Israel y las naciones en perfecta justicia.
Isaías no deja lugar a dudas acerca de la identidad del Siervo que obra la salvación de Dios, y escribe para que nosotros también le identifiquemos, y pongamos toda nuestra esperanza y confianza en Jesucristo, el Siervo de Yahweh.