Consideremos por un momento uno de los versículos más conocidos y más citados en el Nuevo Testamento. Se trata también de uno de los más populares en nuestra cultura evangélica hoy en día. Me refiero a Filipenses 4:13 que dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Este versículo se ha impreso en carteles, zapatillas y en murales en la pared. Una búsqueda rápida en Internet revela que se pueden comprar llaveros, anillos, botones, camisetas, pegatinas, postales, pulseras, bolsos, y otras baratijas «cristianizadas» con las palabras de este versículo estampadas, bordadas o grabadas en ellos.

La ironía es que, al tomar este versículo fuera de contexto, algunas personas han llegado a asignarle un significado extraño e incorrecto, completamente contrario a lo que realmente significa. Hasta tal punto han venido a distorsionar su significado que se ha convertido en una consigna de superación personal y un eslogan de ambición y logros. Para muchos, este versículo se ha convertido en una especie de lema motivar buscando alcanzar la prosperidad material, la promoción profesional y el logro de éxito. Pero su verdadero significado no tiene nada que ver con esto.

Si leemos Filipenses 4:13 aisladamente, sin mirar su contexto, podemos llegar a entender por qué tantas personas lo toman como un mantra de superación personal o como un cheque en blanco que promete cualquier deseo. Fuera de contexto, «todo lo puedo» pudiera ser entendido como una licencia para lograr cualquier cosa que queramos. Desde ganar un partido de fútbol o perder peso, hasta conseguir un nuevo trabajo. Fuera de contexto puede ser concebido como una fuente de inspiración espiritual hacia algún deseo o ambición personal. Pero en su contexto, Filipenses 4:13 es un versículo que habla acerca de contentamiento, no de sueños hechos realidad o metas logradas. Se trata de estar alegre, satisfecho y mantenerse fiel aun en las situaciones más duras de la vida. 

Este versículo no tiene que ver con ganar un partido de fútbol, sino con la forma en la que respondemos cuando se pierde el partido de fútbol, o uno se lesiona durante la temporada. No se trata de conseguir el puesto de trabajo que tanto te gustaría, aquella casa con la que siempre soñaste o el traje en el que uno luciría tan bien; se trata de encontrar satisfacción en el trabajo ya hecho, en la casa que uno posee y en la vestimenta que ya cuelga en su armario.

No consiste en una fórmula de palabras mágicas para cambiar las circunstancias, sino en confiar en el poder de Dios para estar contento en medio de circunstancias que uno no puede cambiar. 

Consideremos por un momento el contexto de Filipenses 4:13. Pablo escribe a los creyentes en Filipos:

«10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».

Cuando el apóstol dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece», está hablando de contentamiento. Él había aprendido a depender de Cristo y estar gozoso sin importar lo que estuviera pasando. Esto es lo que debemos aprender de este versículo, y lo que estamos llamados a imitar de Pablo. Por esa misma razón también escribe en el versículo 9: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”.

Si tomamos «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» fuera de contexto no logramos entender que esas palabras no hablan acerca de superación personal, sino de gozo y satisfacción en el Señor. Éste es el ejemplo que Pablo exhorta a los creyentes a seguir, y es que, la actitud que él poseía debe caracterizarnos a nosotros también.


 Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el blog de The Master´s Seminary. Puedes consultarlo aquí

Nathan Busenitz

Autor Nathan Busenitz

Anciano de la iglesia Grace Community, profesor de teología histórica y Decano de The Master’s Seminary en Los Ángeles (California).

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