La adoración puede entenderse como la respuesta humana apropiada a la iniciativa divina. Es una expresión de devoción sincera que emana de aquellos que han experimentado la redención (Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Cuando Satanás ofreció a Jesús todos los reinos del mundo y su gloria, Jesús respondió: «Al Señor tu Dios adorarás [προσκυνέω] y a Él solo servirás [λατρεύω] » (Mateo 4:10), la declaración de Jesús tiene una importancia significativa. No solo reitera el mandato divino dado al pueblo de Israel en Éxodo 20:4 sino que también establece un parámetro que debe regir la vida todo hijo de Dios.
La palabra griega προσκυνέω, a menudo traducida como «adorar», aparece 60 veces en el Nuevo Testamento. Esta palabra es usada con regularidad para expresar la actitud de reverencia de personas que se acercaban a Jesús o habían vistos las señales realizadas por Él (Mateo 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 18:26; 28:17). Se trata de un testimonio visible de rendición. En otras palabras, un reconocimiento público que es realizado de manera consciente por parte de una persona. El siguiente término griego λατρεύω usado por Jesús en Mateo 4:10, aparece en al menos 20 ocasiones en el Nuevo Testamente y es traducido como «servir».3 Este término fue usado por el apóstol Pablo para dar testimonio de su vocación hacia Dios (Hechos 27:23; Romanos 1:9; 2 Timoteo 1:3). Además, esta palabra es usada por el autor de la carta a los hebreos para exhortar a los creyentes a servir con temor y reverencia en gratitud por la esperanza de un reino inconmovible en el futuro (Hebreos 12:28).
El concepto de adoración bíblica debe reorientar el corazón del creyente con el propósito de honrar a Dios. El creyente entiende que su razón de existir es honrar a Dios mediante todo lo que posee (Romanos 12:1). Es gracias a su perfecta voluntad que el creyente goza del privilegio de ser creado para alabanza de la gloria de la gracia de Dios (Efesios 1:6). El concepto de una adoración genuina es expresado por las palabras de Jesús al decir en Juan 4:23: Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren.” De manera clara Jesús da a entender que existe un verdadero adorador que actúa en base a lo que el patrón bíblico dicta, pero además es más específico al agregar que estos verdaderos adoradores adoran en espíritu y en verdad. ¿En qué consiste esta adoración en espíritu?
Adoración en espíritu
Reflexionando sobre esta misma cuestión, el puritano Stephen Charnock también insiste en que la adoración espiritual debe surgir de una naturaleza espiritual, es decir, los actos espirituales no pueden llevarse a cabo sin tener a Cristo en el alma.4 Se requiere un milagro para que una persona pueda adorar en espíritu, y esto sucede mediante la vida que Dios en su misericordia imparte a sus hijos (Efesios 2:4-5). La adoración en espíritu no es aquella guiada por sentimientos ni afecciones que son despertadas por cierto estilo de música. La adoración en espíritu es aquella que se desprende de una vida que no solo ha sido regenerada, sino que además vive a la luz del señorío de Cristo (Colosenses 3:12-17).
La adoración en espíritu es sin duda el resultado de la obra milagrosa de Dios en la vida del creyente. El Espíritu de verdad que proviene del Padre es quien guía al creyente genuino en el día a día y le concede el privilegio de venir delante de Dios a través de los méritos de Cristo (Juan 14:17; 15:26; 16:13, Efesios 3:11-12). Por lo que el creyente no solo es traído de muerte a vida espiritual sino ahora está siendo guiado en la verdad.
Adoración en verdad
El cristiano fiel entiende que adorar en verdad no puede ir en otra dirección que no sea una adoración a Dios, basada en la Palabra, a través de Jesús y guiada por el Espíritu (Juan 14:6; 17:17). Cualquier otro intento de adoración que excluya algo de lo antes mencionado comienza a moverse en un sentido erróneo. No puede haber lugar para el pragmatismo ni la búsqueda de mejores prácticas de acuerdo con el entendimiento humano.
En el contexto del canto congregacional, es interesante ver la relación que se aprecia en el hecho de que la Palabra abunde en el corazón y sea expresado de manera audible (Colosenses 3:16). Este pasaje resalta la importancia que el canto congregacional honra a nuestro Dios y resulta en edificación para la iglesia. John MacArthur menciona: “Cuando la Palabra de Dios domina la vida, se regula la alabanza y su adoración es conforme al parámetro divino”. De la misma manera sucede con toda disciplina practicada por el creyente, si esta es regida por la Palabra esta será de edificación a otros y traerá gloria a Dios.
Conclusión
Es importante reconocer la facilidad con la que el hombre fabrica ídolos en su propio corazón. Con frecuencia puede encontrarse dedicando tiempo, esfuerzo y dedicación a ciertas actividades terrenales sin valor alguno a la luz de la eternidad. Por otra parte, el creyente no es indiferente a esa lucha interna, pero conoce la verdad por lo que busca regir su vida a la luz de esta.
El hijo de Dios busca continuamente adorar a Dios en espíritu y en verdad mediante una vida que en agradecimiento se somete a la autoridad divina. Lejos de buscar lo suyo, anhela aquello que glorifica a Dios por lo cual encuentra deleite en hacer la voluntad de su Padre celestial (Salmo 119:14,24,35,47,70,77,92)