¡Feliz Navidad!

Probablemente el querido lector esté ahora mismo asegurándose de que no se ha confundido de fecha… O quizá esté poniendo en tela de juicio la memoria del editor de nuestro blog. Pero no, no está equivocado, ni uno ni otro. Estamos en Marzo.

Efectivamente, la época Navideña terminó hace más de dos meses y, creo no me equivoco al decirlo, a estas alturas los más olvidadizos ya no recordamos si los calcetines que llevamos puestos nos fueron regalados estas o las Navidades anteriores… ¡o en San Valentín!

Las Navidades propiamente dichas han pasado, y aún nos quedan casi ocho meses hasta que, Dios mediante, podamos celebrar las siguiente. Pero hay algo que permanece, sea cual sea la época del año. Algo, o Alguien.

Uno de los aspectos que más nos gustan de la Navidad es que nuestras casas y nuestras calles se llenan de luz, ¿verdad?

¡aún nuestra sociedad anti-cristiana mantiene un poso de tradición con las luces navideñas! Y es que, una Navidad sin luces sería una Navidad, seamos honestos, un poco más triste.

Se crea o no se crea, esta inundación de luz y color refleja una realidad netamente bíblica:

Jesús es la luz del mundo.

Primero, no es casualidad que Isaías, un profeta que habla de la esperanza de Israel en medio de su desobediencia, utilice tantas veces la palabra luz en su profecía, y un buen número de ellas se refiere a la venida del esperado Mesías, el Señor Jesucristo:

el pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz, a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos (…) para ser luz a las naciones, y luz eterna a Su pueblo (Isaías 9:2; 42:6; 49:6; 60:20)

Segundo, no es casualidad, entonces, que el mismísimo Creador de la luz, ya encarnado diga de sí mismo:

Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.

Jesús es la luz del mundo.

No es la primera vez que el Apóstol Juan ha escrito que Jesús, el Verbo de Dios, es luz: en Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 1:4. Jesús es la luz verdadera … que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre (1:9).

¿No es interesante que Juan diga que Jesús es la “luz verdadera”?

Esto significa que existen luces…  ¡“falsas”!

En una escena cuando el pez Nemo y su amiga Dory nadan perdidos en la búsqueda de su padre, son atraídos por una luz “preciosa”, ¡que resulta ser el cebo de un pez linterna! Este pez abisal utiliza una luz falsa para atraer y devorar a sus presas.

Esto es lo que ocurre con las luces falsas de este mundo.

El mundo ofrece la luz falsa de la tolerancia, para atacar la enseñanza bíblica del género, la familia, o las relaciones sexuales.

El mundo ofrece la luz falsa del racionalismo para desechar el poder milagroso del Dios creador.

Ofrece la luz falsa del amor a uno mismo, para que no dejemos de mirarnos el ombligo y sigamos siendo la persona más importante de nuestras vidas.

El mundo ofrece la luz falsa de la comodidad, del entretenimiento, del placer, para cloroformizar las mentes.

El mundo, con su dios disfrazado de ángel de luz a la cabeza, se muere de ganas de penetrar en la iglesia para traer desunión, redefinir términos, tolerar el pecado, y hacer que la gente busque oír lo que quiere oír, y no lo que necesita.

Ese es el regalo del mundo, luz falsa.

Pero es ahí mismo, en medio de esa tenebrosa oscuridad. En medio de ese pecado. Fue en medio de una sociedad que le rechazaba y en medio de un templo que había abandonado la adoración al Dios verdadero que Jesús pronunció esas increíbles palabras en Juan 8:12: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Y ese sí que es un increíble regalo bajo el pino seco y muerto del hombre.

Que la Luz de luces se despojó a sí mismo, se humilló hasta lo sumo, naciendo como un indefenso bebé de una humilde pareja en una pequeña aldea … para venir a sacrificarse por hombres que “aman más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19), para ser luz verdadera a los que habitan en tierra de sombra de muerte.

¿Cómo celebrar entonces la Navidad en Marzo?

Bueno, tal y como está la inflación, ¡te recomiendo que vayas comprando los regalos en las ofertas que encuentres!

Aparte de eso, la exhortación es que celebres la Navidad hoy de dos maneras:

Primero: regala el mensaje de luz.

Jesús dice: “el que me sigue” ¿Lo observaste? Sólo una persona que escucha el evangelio de la luz de Cristo se convertirá en seguidor de la luz y andará en la luz (Ef 5:8; 1 Juan 1:7). Por tanto, anticipa la Navidad en Marzo haciendo el mejor regalo que nadie puede recibir: proclama a alguien el Evangelio de Jesucristo. Un mensaje sin igual. Un mensaje de verdad en medio de muchas luces falsas. El único mensaje que salva a un familiar, amigo, hermano, compañero de trabajo en tinieblas espirituales.

Segundo: adorna el mensaje de luz.

El Señor nos llama a resplandecer como luces en el mundo… un mundo perverso (Fil 2:15). Así, adorna tus palabras. Adorna el mensaje que predicas, cual pino en Navidad, con una vida de piedad que honre al Señor y testifique que, efectivamente, Jesús te ha regalado luz de salvación a un corazón que antes sólo seguía todo tipo de luces falsas.

A estas alturas del año casi hemos olvidado los regalos que nos hicieron hace dos meses. Hemos bajado (confío) los kilos de más que añadimos al cuerpo. Y quizá ya hemos renunciado a la mayoría de las “resoluciones de año nuevo”.

Pero hay algo que no ha cambiado un ápice: Jesús sigue siendo luz de vida. Regala este mensaje. El regalo de Navidad perfecto en pleno Marzo.

Tan Molina

Autor Tan Molina

Es pastor de la Iglesia Bíblica de Santiago y es profesor del Seminario Berea.

Más artículos de Tan Molina