¿Qué piensa Dios del divorcio? La respuesta corta la tenemos en Malaquías 2:16 donde Dios declara: “Porque yo detesto el divorcio- dice el Señor, Dios de Israel”. La declaración no es ambigua ni abierta a varias interpretaciones. Dios dice: Yo odio, detesto el divorcio.
Los judíos se encuentran de regreso en Palestina después del cautiverio en Babilonia por 70 años. Reconstruyen la ciudad de Jerusalén, y el templo que habían sido destruidos por los babilonios. También restablecen la adoración a Jehová, pero poco a poco abandonan a Dios. Malaquías profetiza en contra de su descarrío, subraya los pecados de la nación, y les llama al arrepentimiento. Y Nehemías, que es contemporáneo del profeta, describe, entre todos estos actos de rebelión contra el Señor, como se daban matrimonios mixtos entre judíos y mujeres extranjeras a todo nivel, comenzando por los sacerdotes y levitas. Y, lo peor de todo, es que habían abandonado, divorciándose, a sus esposas judías para casarse con mujeres gentiles.
Esto es lo que estaba sucediendo cuando Malaquías denuncia a Israel en el capítulo 2, versículo 14. “Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto”. Lo que los judíos estaban haciendo era divorciar a sus mujeres judías y casarse con mujeres gentiles paganas. Y es así como la historia del Antiguo Testamento termina.
400 años pasan desde esta profecía y arribamos a Marcos capítulo 10. El divorcio era una práctica prevalente y aceptada en Israel cuando se escriben las palabras en los versículos del 1 al 12. La situación no había cambiado, e Israel continuaba haciendo lo mismo. Pero Jesús es tan rotundo como en su día lo había sido Malaquías: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra. Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne; por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. Y ya en la casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcie de su mujer, y se case con otra, comete adulterio contra ella; y si ella se divorcia de su marido, y se casa con otro, comete adulterio.
Esta es un declaración directa y clara. “No te divorcies y no te vuelvas a casar o cometerás adulterio”. Permíteme decir lo siguiente, no importa lo que la sociedad tolere o reconozca. Para nosotros, si somos realmente cristianos, lo que cuenta es lo que Dios dice en Su Palabra, no lo que la cultura dice y la gente acepta como normal.
Existen muchas interpretaciones y posiciones que se han ofrecido sobre el divorcio, también en la iglesia evangélica. Sin embargo, cuanto nos encontramos en este texto, y su paralelo en Mateo 19:3-12, la pregunta es ¿qué es lo que los que escucharon estas palabras de Jesús entendieron cuando El las pronunció? Básicamente las interpretaciones sobre el divorcio se dividen en dos. Los que permiten el divorcio y nuevo matrimonio casi por cualquier razón, o los que temen el divorcio y no permiten ningún divorcio ni volverse a casar bajo ningún tipo de circunstancia.
Pero toda duda se despeja cuando observamos la enseñanza de la Palabra de Dios a lo largo de sus páginas acerca del matrimonio. Desde el comienzo y diseño original no existe en el matrimonio la idea de poligamia. Dios hizo a Adán y le dio a Eva su mujer. Un hombre para una mujer. Fueron creados el uno para el otro, y su unión fue completa y única, y ellos constituyen el patrón para el resto a través de la historia. Cada matrimonio es, en los ojos de Dios, una unión indisoluble entre un hombre y una mujer, y no hay provisión para ninguna otra persona.
La palabra se unirá, literalmente significa “se pegará”. Esta no es una relación temporal. Se pegarán para nunca más separarse. Unidos en cuerpo, mente, espíritu, emoción. Ya no son dos, sino uno. El número uno es el número indivisible. Dios ha instituido el matrimonio y el hombre no tiene derecho de destruir la obra de Dios.
Marcos 10:9 dice: Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. No estamos hablando, ni Cristo nos dice que esta realidad se aplica solo al matrimonio cristiano. El matrimonio, todo matrimonio, es obra y creación de Dios. Cuando un hombre y una mujer se casan, esa relación, en cualquier lugar o época de la historia, es de Dios, para llevar a cabo lo que Dios ha designado en Su plan soberano para los hombres. El matrimonio es la gracia común de Dios a los hombres para que, entre otras cuestiones, por medio de esa unión niños vengan a esta tierra para quienes Dios tiene propósitos que Él ha preordenado.
El matrimonio es un acto de Dios. Y lo que Él ha establecido y construido el hombre no debe destruirlo. Dios dijo en Génesis 2:18: “Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea”. Fue Dios quien pensó y diseñó el matrimonio. Fue Dios quien trajo Eva a Adán. Fue Dios quien hizo del matrimonio una relación única y honorable en la raza humana.
Cada matrimonio es la unión lícita y bendecida de Dios de dos personas, un hombre y una mujer. Un Dios que estima y bendice solo una relación sexual, y es la de un hombre con su mujer en el contexto del matrimonio. La violación del matrimonio ya sea en pensamiento (Mateo 5:28), así como en acto físico, está estrictamente prohibido y condenado en la Escritura. Pero, ¿permite Dios el divorcio en alguna circunstancia? Y si fuese el caso, ¿bajo qué condiciones? De esto estaremos hablando de esto la próxima vez…