Hay una canción para niños que da una respuesta breve a esta pregunta de cómo crecer en la vida devocional: “Lee la Biblia, y ora cada día, ora cada día, ora cada día. Lee la Biblia, y ora cada día, si quieres crecer.” Crecer en nuestra vida devocional puede ser así de sencillo.

Sin embargo, aunque la letra de la canción es cierta (Salmo 1:2-3, 1 Pedro 2:1-2), requiere algunos matices, porque muchas veces, al cumplir con las actividades devocionales externas de leer y orar, nos olvidamos de la parte interna—la devoción. “Devoción” es el ingrediente esencial en nuestra “vida devocional.”  La devoción por definición es “amor, veneración, y fervor religiosos.” [1] En términos bíblicos, la devoción es obedecer el primer y gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Marcos 12:28-31). Tener devoción a Dios no es meramente cumplir con acciones externas, sino amar a Dios con todo nuestro ser.

Entonces, una mejor respuesta a la pregunta: “¿Cómo crecer en mi vida devocional?”, es que debemos crecer en nuestra devoción, en nuestro amor, para con el Dios Trino. Y para esto, necesitamos recordar y meditar sobre algunas verdades Bíblicas.

  1. El Creyente tiene devoción a Dios, que proviene de Dios

Una marca indispensable de un creyente es su amor a Dios. De hecho, Pablo en 1 Corintios 16:22 nos dice que, “Si alguno no ama al Señor, que sea anatema.” Es decir, si no amas a Cristo (y por consecuente no amas a Dios, Juan 15:23), no eres salvo. Por el contrario, el amor bíblico es una característica de todo cristiano genuino.

En 1 Juan 4, el “apóstol de amor” aclara esta realidad al exponer el fundamento de su mandato de amarnos los unos a los otros. Juan nos dice en v.7 que el creyente genuino ama porque “el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.” El que ha nacido de Dios y conoce a Dios, ama, y en contraste, el que no ama, no conoce a Dios, porque “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Un cristiano verdadero ha nacido de Dios (Juan 1:12-13; 3:1-8; 1 Pedro 1:3), es una nueva creación (2 Corintios 5:17), la cual ha sido creada “en la semejanza de Dios” (Efesios 4:24). El fundamento de nuestra devoción a Dios es que, al nacer de nuevo, fuimos capacitados para una vida de devoción en Dios, porque hemos nacido del Dios que es amor.

  1. La devoción es una respuesta

La devoción es un resultado de nacer de Dios, pero también es una respuesta a Su amor por nosotros. En 1 Juan 4:19, el apóstol nos dice: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”. Como cristianos, nuestros esfuerzos, obediencia, e incluso nuestro amor, siempre son una respuesta a la gracia (Tito 2:11-14) y el gran amor (Efesios 2:4-10) que Él nos mostró en Jesucristo. Respondemos a Él en amor y obediencia, porque hemos recibido de Él amor y gracia.

Nuestra vida devocional, por lo tanto, no es cumplir una lista de quehaceres pesados cada día, sino es una respuesta amorosa (devota) al Dios que primero nos amó y mostró gracia en Jesucristo. Cultivamos esta devoción, entonces, al meditar profundamente cada día en la gracia y el amor de Dios, empapándonos en la verdad de Su obra a nuestro favor en el evangelio del Hijo amado, y esto producirá esta respuesta de devoción a Él (2 Corintios 5:14).

  1. Cultivar comunión cultiva devoción

Se cultiva la devoción por medio de la comunión, como se ilustra claramente en el matrimonio. Es difícil que el marido y la mujer crezcan en su amor mutuo si no hay una comunión constante. Cuánta más comunión, más devoción.

Por medio de Cristo, Dios nos ha reconciliado consigo mismo, quitando nuestros pecados de en medio y capacitándonos para tener comunión con Él en la nueva creación, según Su plan eterno (Isaías 59:2; 2 Corintios 5:17-21, Apocalipsis 21:1-3). Pero las Escrituras nos recuerdan que esta comunión no es solo futura, sino que tenemos en el tiempo presente “comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (en 1 Juan 1:3), y también con el Espíritu Santo (2 Corintios 13:14). ¡Qué gloriosa realidad que por medio de nuestra unión con Cristo tenemos comunión íntima con el Dios Trino! Y como sucede en el matrimonio, aumentar esta comunión con Dios aumenta nuestra devoción a Dios. Mejorar nuestra vida devocional, entonces, requiere cultivar esta comunión con El.

  1. Devoción, Comunión, y “Lee la Biblia y ora cada día”

Pero ¿cómo cultivamos comunión con Dios? Esta comunión no es una experiencia mística basada en los sentimientos y en los sentidos, sino basada en la comunicación con Dios. El Puritano John Owen dice que “Nuestra comunión con Dios consiste en Su comunicación de Sí mismo a nosotros, y nuestro retorno a Él con lo que Él requiera y acepte, brotando de aquella unión que tenemos con El en Cristo Jesús.[2]

Si queremos simplificar lo que Owen dice, para el creyente en unión con Cristo ‘comunión con Dios’ consiste en recibir la comunicación de Sí mismo para con nosotros. Esa comunicación la tenemos en la Palabra escrita y la Palabra encarnada, Jesucristo, al que encontramos revelado en las escrituras (Hebreos 1:1-3; Colosenses 1:15). Comunión profunda requiere de conocimiento profundo, entonces nuestra comunión con Dios crecerá a la medida que crezca nuestro conocimiento de Él en Su Palabra. Además, la comunión consiste en que, por medio de Cristo, nosotros le demos “lo que Él requiera y acepte”, es decir, oración y obediencia en respuesta a Su comunicación con nosotros. Si quisiéramos simplificarlo aún más, nuestra comunión con Dios consiste en gran manera en leer la Biblia y orar cada día, pero entendiendo lo que estas acciones realmente son: comunión íntima con el Dios Trino.

Conclusión

Las palabras de la canción del principio son aplicables tanto a adultos como a niños: “lee la Biblia y ora cada día si quieres crecer” en tu vida devocional. Pero hazlo recordando que tener devoción a Dios en estas acciones es posible porque Dios te ha capacitado con un nuevo corazón para amarlo. Hazlo en respuesta al amor de Dios, meditando y maravillándote en la obra de Cristo y el plan del Padre en tu salvación. Hazlo, recordando que, para quién está en Cristo, leer la Biblia y orar, es nada menos que comunión íntima con el Dios Trino. Al profundizar esta comunión con Dios, tu devoción, es decir, tu vida devocional… crecerá, crecerá, y crecerá.


[1] https://dle.rae.es/devoci%C3%B3n

[2] The Works of John Owen, Volume 2: Communion with God (Banner of Truth, 1965), pp.8-9. Traducción del autor.

Joseph Grewe

Autor Joseph Grewe

Joseph Grewe tiene una Maestría en Divinidad por The Master’s Seminary y sirve al Señor en la Iglesia Evangélica de León. Joseph está casado con Hannah y tienen 2 hijas.

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