Una justificación bíblica para la existencia del seminario podría hacerse a partir de una serie de textos: Mateo 28:19 (énfasis en la enseñanza), 2 Timoteo 2:2 (énfasis en la capacitación para el liderazgo), o Tito 1: 9 (énfasis en los ancianos siendo preparados para articular y defender la fe). Pero hay un breve pasaje en Hechos que, en mi opinión, ofrece un precedente bíblico sobre la educación en el seminario particularmente perspicaz. Estos versículos, que a primera vista pueden no parecer demasiado importantes, demuestran que el apóstol Pablo inició una escuela de formación teológica en la ciudad de Éfeso. Como explica un comentarista: “En Éfeso, Pablo abrió una escuela de teología para formar a los futuros líderes de la iglesia en desarrollo en la provincia de Asia”.[1]

Dudo que Pablo lo llamara “Seminario Teológico de Éfeso”, pero en esencia, es exactamente lo que era. Durante su tercer viaje misionero (52/53 a 56 d.C), después de salir de Antioquía y viajar por las iglesias del sur de Galacia, Pablo se dirigió a la ciudad de Éfeso. Allí se encontró con una docena de discípulos de Juan el Bautista y los expuso al Señor Jesucristo, a quien señaló Juan (Hechos 19:1-20). Como explica Lucas en los versículos 9-10, Pablo se reunió con un grupo de creyentes en una escuela todos los días durante dos años, razonando con ellos acerca de teología. Eso, en esencia, es el paradigma básico de la formación en el seminario.

A partir de este breve pasaje (vs. 8-10) podrían inferirse tres características del primer seminario. Espero no convertir un texto narrativo de Hechos en una prescripción normativa para la iglesia contemporánea, pero creo que estas características proporcionan un paralelismo útil para los entender el lugar del seminario hoy, ya sea como estudiantes o como profesores.

  1. El Imperativo: Un compromiso valiente por el evangelio (vs. 8-9a.)

Hechos 19:8 describe el contenido del mensaje de Pablo, un mensaje que, sin duda continuó propagando después de que saliese de la sinagoga y animase a los discípulos a recibir una formación teológica. Un estudio del versículo 8 demuestra que el mensaje de Pablo era constante, corajudo, cuidadoso, fruto de la convicción, y Cristo céntrico (Reino de Dios). En consonancia con el mandato dado por Dios de predicar el evangelio, Pablo presentó fielmente la verdad de la salvación en la sinagoga de Éfeso por un período de tres meses.

Como ocurre inevitablemente con quienes son fieles a la verdad bíblica, Pablo enfrentó hostilidad. Su mensaje resultó controvertido ( v. 9), no porque el apóstol era belicoso, sino porque la Palabra de Dios no deja a nadie indiferente. El compromiso inquebrantable de Pablo con la verdad, aun ante la hostilidad, sienta un precedente audaz para aquellos en el ministerio hoy, ya sea en una iglesia o un seminario. Demasiadas instituciones cristianas se apresuran a suavizar el mensaje por el bien del atractivo popular. Pero el imperativo dado por Dios a cualquier pastor o profesor de seminario es defender la verdad, no importa lo ridículo o desagradable que pueda parecer a la sociedad que nos rodea.

  1. La Inversión:  Una concentración en la formación (vv. 9b-10a)

Incapaz de continuar enseñando en la sinagoga, Pablo se retiró y comenzó a reunirse con los discípulos en una escuela cercana, probablemente una sala de conferencias utilizada por un filósofo local llamado Tirano. Everett F. Harrison arroja más luz sobre la situación:

La nueva ubicación de Pablo era “la escuela de Tirano.” Una adición esclarecedora en el texto occidental [Códice de Beza] en este punto establece que la actividad diaria de Pablo en este lugar pasó de la quinta a la décima hora, es decir, de las 11:00h a las 16:00h. Esta era la hora de la siesta en Éfeso. Se ha conjeturado que Pablo pudo alquilar la sala a una cifra nominal, ya que a esta hora del día no se estaba acostumbrado a utilizar. (Acts , 291)

El hecho de que Pablo se reuniera diariamente durante un período de dos años revela el nivel de compromiso personal con la formación de sus hermanos en la fe. Si el texto occidental es correcto, las clases de teología de Pablo se realizaban durante la hora de la siesta (la realidad de los estudiantes del seminario somnolientos cuenta con una larga historia). El apóstol sacrificó gustosamente su descanso personal para instruir a los discípulos. Es interesante darse cuenta de que si Pablo se reunió con los discípulos durante cinco horas al día, seis días a la semana, su tiempo total con ellos habría sido aproximadamente 3.000 horas a lo largo de dos años. Eso es más o menos el equivalente a 200 créditos formativos en el seminario. También es digno de mención que durante este tiempo Pablo se financiaba trabajando como fabricante de tiendas. F.F. Bruce lo explica así: “Podemos imaginar que Pablo pasó la madrugada trabajando con sus manos (cf. 20:34; 1 Corintios 4:12), y luego las siguientes cinco horas involucrado en el negocio aún más agotador de la dialéctica cristiana. Sus oyentes deben haber sido impactados con su entusiasmo y energía”. ( The Acts of the Apostles , 408).

Una última observación tiene que ver con “Tirano”. La mayoría de los comentaristas piensan que fue el profesor a quien Pablo alquiló la sala de conferencias. Kistemaker aclara el significado de su nombre: “No tenemos más conocimiento de Tirano, cuyo nombre significaba Tirano. Probablemente se trataba de un apodo dado a él por sus alumnos” (Hechos, 684). Si eso es cierto, entonces el precedente de profesores “impositivos” también tiene una larga historia. Como contraste, Pablo da un ejemplo convincente a considerar por los maestros de seminario contemporáneos. El apóstol hizo sacrificios reales para instruir a la próxima generación de liderazgo cristiano. Es nuestro privilegio hacer lo mismo para la gloria de Cristo.

  1. El Impacto: Una contribución al mundo que trae honra a Cristo (v 10b.)

Lucas concluye esta pequeña sección comentando el impacto que resultó de la escuela de formación de Pablo en Éfeso: “todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos.” Pablo centró su atención en la formación, y los resultados fueron extraordinarios. De hecho, un comentarista señala que “este lugar, con sus discusiones diarias en el transcurso de dos años, permitió a Pablo tener la más amplia influencia hasta ahora registrada en Hechos” (David Peterson, Hechos, 536). Como resultado de esta escuela de formación, los pastores fueron instruidos y se plantaron nuevas iglesias. Bruce describe su impacto con estas palabras:

De aquí en adelante la provincia de Asia se convirtió en uno de los principales centros del cristianismo. Probablemente las siete iglesias de Asia dirigidas en el Apocalipsis se fundaron durante esos años, y otros también. La plantación des iglesias del valle del Lico, en Colosas, Hierápolis y Laodicea, debe estar fechada en este periodo: estas ciudades no fueron evangelizados por Pablo personalmente, sino por sus compañeros de trabajo. ( The Acts of the Apostles , 409)

Y Kistemaker añade:

Suponemos que los alumnos formados por Pablo se convirtieron en pastores en el desarrollo de las congregaciones en el oeste de Asia Menor. . . . . . . Estos discípulos fueron fundamentales en la predicación del Evangelio de Cristo, que es la Palabra del Señor, tanto a los Judios y los griegos. ( Acts , 685)

La escuela de formación de Pablo de dos años, por la gracia de Dios, tuvo un impacto increíble para el avance del evangelio y la causa de Cristo. Como R.C.H. Lenski señala acertadamente: “Pablo usó Éfeso como epicentro. Mientras permaneció en esta metrópolis y centro político, llegó tan lejos como era posible por medio de sus ayudantes; el “cuántos” encomendó no lo podemos estimar. Pero congregación tras congregación fueron establecidas.” ( Acts , 790)

Una vez más, el ejemplo de Pablo nos ofrece un modelo convincente para nuestra consideración. Si los seminarios son fieles al Dios que ha dado el imperativo y a la inversión que se les ha encomendado, pueden regocijarse al ver como Dios bendice su labor mientras Él utiliza Su Palabra para impactar al mundo.[2]

 

[1] Simon J. Kistemaker, Hechos, NTC, 684.

[2] Este artículo fue publicado originalmente en el The Master’s Seminary Blog el 26 de marzo de 2015. Puede consultar la versión en inglés aquí: https://blog.tms.edu/the-first-seminary

 

Nathan Busenitz

Autor Nathan Busenitz

Anciano de la iglesia Grace Community, profesor de teología histórica y Decano de The Master’s Seminary en Los Ángeles (California).

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