En 1927, el submarino USS S4 colisionó con un buque de guerra que hizo que se hundiera atrapando allí a 6 marineros debajo de las aguas. Después de un tiempo de encerrados, y mientras los buzos trataban vanamente de salvar a estos hombres, se escuchó en código morse desde adentro del submarino la siguiente pregunta: ¿EXISTE ALGUNA ESPERANZA?[1] Tristemente, no. Los 6 marineros perdieron sus vidas en aquella embarcación.

Ninguno de nosotros estamos atrapados en un submarino, pero la pregunta que hicieron estos marineros es una que quizás nos hemos hecho mientras estábamos atravesado alguna prueba, o nos encontrábamos en alguna dificultad difícil de sobrellevar. En medio de la desesperación y la ansiedad, ¿existe alguna esperanza?

El Salmo 3 fue escrito por el rey David, es un salmo de lamento, tradicionalmente llamado Matutino y su compañero, el Salmo 4 es el vespertino. Por el contexto del Salmo 3, sabemos que David estaba en una situación desesperante. El encabezado de este salmo nos dice el motivo por el que fue escrito: “Salmo de David, cuando huía delante de su hijo Absalón”.

David había sido traicionado por su propio hijo. Este joven era como una estrella de cine, nos dice la Palabra de Dios que era “de buen parecer” y tenía pelo como pocos. Según la Escritura, el peso de su cabello era 2 kilos. Absalón lo tenía todo, también un deseo insaciable e impaciente: quería el reino de su padre. Entonces, provoca un golpe de estado y el pueblo, sorprendentemente, está totalmente detrás de él. En medio de esta situación terrible, en donde la desesperanza y el dolor del salmista podrían hacer que se sienta descorazonado, David escribe este Salmo de adoración al Señor.

Me gustaría poder ver lo que dice este salmo con cuatro palabras:

LAMENTO (1-2)

En los primeros versículos, podemos observar el lamento de David. El rey comienza abriendo su corazón delante del Señor; ve como sus enemigos se multiplican, lo que muchos hablan de él diciendo: “no hay salvación en Dios”. David se siente totalmente rodeado por personas hostiles. El corazón del pueblo no estaba con él, el ungido de Dios, sino con su hijo, Absalón. El lamento de David era justificado. Dios le había escogido y había hecho un pacto con él; y al mismo tiempo sufre de una forma incompresible para nosotros.

Lo que nos llama la atención de estos dos versículos es que en medio de una situación tan difícil, en medio de esta adversidad que es impensable, David se lamenta, pero va directamente a Dios. Cuántas veces nos es fácil quejarnos a nuestros amigos porque queremos encontrar un oído empático, en vez de ir a nuestro Dios y obtener su perspectiva. David, el rey de Israel, va directamente a Dios, al único que podía obrar en medio de una situación tan difícil para él y le ofrece su lamento.

CONFIANZA (3-4)

La segunda palabra es confianza. En los versículos 3 y 4, observamos la certeza del Salmista: “mas tu, Yahveh, eres escudo en derredor mío”. David confía en el Señor, lo ve como su escudo en medio de esta prueba tan difícil. El escudo era un arma defensiva; David ve al Señor como su defensa, su protección, su amparo en medio de esta prueba. Hay una frase que utiliza en el versículo 3, “mi gloria,” que parece peculiar. Sin duda el Salmista entiende quién es el Señor; él ve su gloria no en sus palacios, ni en su esplendor como rey, sino en el Señor del universo, lo único en lo que podía vanagloriarse. Y luego en el versículo 4 dice, “con mi voz clamé y Él me respondió desde su santo monte”. La confianza de David era tal que ya veía a Dios respondiendo a su súplica. Es como si ya hubiese respondido favorablemente porque el Señor era su victoria.

Nuestra confianza está en el Señor, Él es nuestro escudo y nuestro amparo en medio de la prueba. Dios es nuestra gloria y es quien responde a nuestras oraciones porque Dios es nuestra victoria.

PAZ (5-6)

La tercera palabra es paz. En los versículos 5 y 6 podemos observar la paz que tiene el Salmista. La seguridad del Salmista, su paz está evidenciada en la frase del versículo 5, “yo me acosté y me dormí; desperté, pues el SEÑOR me sostiene.”

Absalón, el mismo hijo de David había mandado a un grupo militar para perseguir a su padre, el rey David. (2 Samuel 17). De hecho, cuando llega la información a David, se le dice que no pase la noche porque iba a ser destruido con su compañía. Si alguien tuviera razones para no poder conciliar el sueño, ese sería David. Sin embargo, el salmista se puede acostar, dormir y despertase con la certeza, con la paz de que Yahveh era quien le sostiene. Como un bebé duerme en los brazos de su madre, David experimenta paz porque sabe quien era su apoyo, quien era su ayuda.

Por eso proclama su completa paz cuando dice que no iba a temer, aunque vinieran 10 millares de enemigos contra él. La paz de David le lleva a no amedrentarse en medio de la ansiedad que trae ser perseguido por un ejercito agresor. De la misma manera, nuestra paz está en el Señor; Él es quien nos sostiene en miedo de la prueba, en medio de la ansiedad que trae la prueba y, con David, podemos decir: Yahveh me sostiene, no temeré.

SALVACIÓN (7-8)

La cuarta palabra es salvación. En los últimos dos versículos podemos observar que el término “salvación” aparece dos veces y esto se corresponde a la salvación que proviene de Yahveh.

David clama a Dios, le llama a levantarse en el versículo 7 y a salvarle. Mientras que sus enemigos en el versículo 2 decían que no había salvación en él, el salmista sabe que la única salvación proviene de Dios. Y luego el Salmista habla de la destrucción de sus enemigos, aunque estos todavía seguían persiguiéndole, y la batalla no había sido librada, David sabía que la salvación venía de parte de su Dios.

Por esta razón, David culmina con el versículo 8, “La salvación es del SEÑOR” una vez más reiterando que Dios era el único quien podía salvar. Y quizás leamos esto y pensemos que el salmista se estaba refiriendo a una salvación militar, y sin duda es así, David iba a ser restaurado como rey de Israel. Pero también lo que está en vista aquí es una salvación futura. La implicación aquí es que algún día un hijo de David, un descendiente de David iba a ser quien trajera esta misma salvación. Del linaje de David vendría el Mesías de quien provendría una salvación futura.

En medio de una de las situaciones más difíciles para el salmista, el medita en la salvación de Dios. Y es lo que este salmo nos llama a hacer. Y así es. En medio de la prueba, en medio de la desesperación, en medio de la ansiedad que trae el sentirse descorazonado. ¿Existe una esperanza?

Gracias a Dios que vemos esta misma esperanza y que podemos abrirle nuestro corazón a Él sabiendo que escucha nuestras oraciones. Nuestra confianza y paz vienen de parte de Dios porque Él es nuestra salvación. Gloria a Dios porque podemos vivir nuestras vidas en medio de las pruebas más difíciles sabiendo que nuestra esperanza está en nuestro Señor.

 

[1] https://www.military.com/off-duty/books/2015/11/09/1927-submarine-disaster-gets-dramatic-retelling-new-book.html (Accessed 16/4/2020).

Gustavo Pidal

Autor Gustavo Pidal

Fue decano de estudiantes del Seminario Berea durante más de una década. En la actualidad sirve como pastor en la Iglesia Faith Bible Church (California, Estados Unidos)

Más artículos de Gustavo Pidal