¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida? ¿Es posible conocer la voluntad de Dios con seguridad? A lo largo de mis años de ministerio se me ha hecho la pregunta de múltiples maneras. Yo mismo me la he planteado cada vez que me encontraba ante una decisión importante: ¿Qué carrera debo escoger? ¿Con quién quiere Dios que me case? ¿Qué trabajo desea el Señor para mi? ¿Debo mudarme de casa? ¿de ciudad? ¿Qué ministerio tiene Dios para mi vida?

Después de haber lidiado con este tema por mucho tiempo y estudiado la Palabra de Dios buscando respuestas he llegado a la convicción firme de que la voluntad de Dios no es un secreto ni un misterio. El salmista David oró de esta manera: Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme (Salmos 143:10). El mismo Señor Jesús nos enseñó a pedir en nuestras oraciones lo siguiente: Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase… ¡TU VOLUNTAD! Pablo en Efesios, hablando de siervos cristianos dice: no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios (Efesios 6:6). Y aun Pedro refiriéndose la voluntad de Dios y el cristiano dice: para vivir el tiempo que queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios (1Pedro 4:2).

No hay duda de que la Biblia afirma claramente que caminar en la voluntad de Dios debe ser el deseo de todo creyente genuino. La pregunta es ¿cómo llegamos a ser conscientes de esa voluntad? Muchos cristianos piensan que Dios manifiesta Su voluntad a través de algún sentimiento particular. Otros persiguen impresiones místicas similares a sueños, voces, visiones, profecías o alguna señal milagrosa. Sin duda el Espíritu Santo a veces confirmara su dirección objetiva por medio de paz interior y un sentido de tranquilidad. Pero, la mayoría de estas cosas que se interpretan como medios para obtener la dirección de Dios y se atribuyen al Espíritu Santo son imaginaciones en la mente de un individuo. Los cristianos que se dejan llevar por este tipo de dirección subjetiva para encontrar la voluntad de Dios, generalmente, terminan frustrados en su vida espiritual, confundidos, y decepcionados con Él. Y lo más importante, no hay nada en la Palabra de Dios que nos enseñe o nos invite a buscar Su voluntad por medio de impresiones subjetivas. Pero, déjame alentarte. Es posible conocer la voluntad de Dios, porque Dios desea que conozcamos su voluntad. Entonces, ¿cómo puedo determinar lo que Dios quiere para mi vida?

 

  1. La voluntad de Dios es que los hombres sean salvos

Aquí es donde comienza la voluntad de Dios. Mateo 1:21 dice que Jesús vino al mundo para salvar a su pueblo de sus pecados. Dios está agregando cada día a su iglesia los que han de ser salvos (Hechos 2:47) En 2 Pedro 3:9, el apóstol dice: “El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento”. Pablo aclara en 1 Timoteo 2 que esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.

Hasta que ese punto sea resuelto, en vano es buscar la voluntad de Dios en otras áreas de su vida. Cuando uno recibe la salvación que es en Cristo Jesús comienza a entender Su voluntad.

 

  1. La voluntad de Dios es que seas lleno del Espíritu

El apóstol Pablo exhorta a los cristianos en Éfeso de la siguiente manera:  Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu (Efesios 5:17–18).  La llenura del Espíritu es que no se refiere a una formula secreta, ni a una experiencia extática.

Ser lleno del Espíritu de Dios es tomar la palabra de Cristo, la Escritura, y permitir que esta controle y domine mis pensamientos. Y, por lo tanto, informe y guie mi conducta. Ser controlado por el Espíritu Santo es vivir consciente de la voluntad de Cristo revelada en su Palabra. Consiste en llenar mi mente con sus pensamientos, con sus palabras, con sus mandamientos, con sus actos. Pablo lo expresa así: Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu. (2 Corintios 3:18). Vivir conscientemente en la presencia del Señor, contemplar y obedecer su palabra es ser transformados en su imagen. Esta es su voluntad.

  

  1. La voluntad de Dios es nuestra santificación

Pablo nos dice en 1 Tesalonicenses 4:3 Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual;

Dios desea que el cristiano sea puro en su vida sexual. Que se abstenga de todo aquello que sea obsceno tanto en acción como en pensamiento. Somos llamados a manejar nuestro cuerpo de tal manera que sea para honor y santidad.  De forma que nadie se aproveche sexualmente de otros para obtener su propia gratificación. No uses a otros para satisfacer tus deseos inicuos. Al contrario, busca el serle agradable en cada área de tu persona.

 

  1. La voluntad de Dios es que seas sumiso

Particularmente en esta época, algunas personas se sienten incómodas con este punto. Sin embargo, la Palabra de Dios es clara: Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigar a los malhechores y alabar a los que hacen el bien Porque esta es la voluntad de Dios. (1 Pedro 2:13–15) 

La voluntad de Dios es que como cristianos nos sometamos a las autoridades que Dios ha establecido, y eso incluye a las leyes de cada país (Romanos 13:1–5) Existen cristianos que piensan que la obediencia a Dios termina cuando hablamos del gobierno o las leyes que el gobierno establece. Sin embargo, la única vez que la Biblia nos permite violar las leyes de un país o gobierno es cuando esta ley quebrante un mandato directo de Dios. En cuyo caso si debemos aplicar lo que Pedro dijo en Hechos 4 y 5: Juzgad vosotros mismos si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios.

  

  1. La voluntad de Dios es que suframos por el evangelio

Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien (1 Pedro 4:18–19). 

Dios mismo nos revela que cuando vivimos en obediencia a Él y confrontamos a la gente con Su verdad, tanto con el ejemplo de una vida santa como también con el evangelio, vamos a sufrir. Pero lejos de ser un error o un accidente, Pablo enseña que el sufrir por causa de Jesucristo es un privilegio que nos ha sido dado: Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El (Filipenses 1:29). Y esta no es la excepción, sino el principio general (2 Timoteo 3:12).

 Todos vamos a sufrir por Cristo en diferentes grados. En algunos países y lugares del mundo los cristianos sufren intensamente por su fe. Mis abuelos perdieron sus posesiones y fueron perseguidos por su fe y dejaron su país natal, Polonia, y tuvieron que viajar hasta Argentina. Cada uno de nosotros, si somos fieles en vivir nuestra fe y proclamar el evangelio, vamos a sufrir la burla, el menoscabo, el mal trato de las personas… Pero, lo que debemos recordar y nos debe traer aliento es que esta es la voluntad de Dios.

 

  1. La voluntad de Dios es que seamos agradecidos

Dios desea que cada uno de nosotros demos gracias en toda circunstancia en que nos encontremos. Ya sea buena, mediocre o mala, cuando estemos pasando por tribulación, la disciplina de Dios, enfermedad, o falta de trabajo: Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)

¿Sabes por qué debemos dar gracias? No solo porque Dios así lo desea, sino que la Biblia nos lo enseña también. Pablo dijo: Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:12–13).

¡Esto es ser agradecido con el Señor! Y es que, finalmente: sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). 

Quizás estarás pensando: “No me has ayudado mucho…Todavía no se con quién casarme, o que carrera seguir, o cómo resolver el problema que estoy pasando ahora…”

Si eres salvo, si estás caminando en el Espíritu, si eres santo en tu vida moral, si eres sumiso, si estás sufriendo por la causa de Cristo, si estás dando gracias en todo… Entonces, estás siguiendo la voluntad de Dios en todo aquello que Él declara, y tus deseos están siendo controlados por Él. Así que vive en obediencia a estos principios, que son expresiones de Su voluntad y descansa en Él. Pon tu delicia en el Señor, y El te dará las peticiones de tu corazón. (Salmos 37:4).

Henry Tolopilo

Autor Henry Tolopilo

Henry Tolopilo desarrolla un amplio ministerio de predicación y enseñanza en EEUU e Iberoamérica y es profesor del Seminario Berea (León, España)

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