Por décadas, mi familia ha sido una apasionada del baloncesto. Nuestro equipo es Los Lakers de Los Ángeles.  Era el equipo de mis hermanos y mi padre, aunque a mi madre le daba igual quién ganaba o perdía. Pero en los años “noventa” un atleta, quizás considerado uno de los mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos, emergió como un jugador imposible de parar. Michael Jordan de los Bulls de Chicago era una fuerza imparable. A nuestra familia nos caía muy mal, ¿Por qué? Porque siempre les ganaba a nuestros queridos Lakers.

Pero Michael no era sólo un jugador de baloncesto, era imparable en todo. De hecho, se dice a menudo que Jordan había trascendido más allá del deporte. Películas, series, música, y sus zapatillas “Air Jordan”. Michael Jordan fue el tema del entretenimiento durante dos décadas. Recuerdo que la segunda vez que se retiró de jugar al baloncesto, después de ganar su sexto anillo en 8 años, un respetado periodista deportivo de la cadena ESPN dijo: “Michael trascendió su deporte. Michael es el deportista más trascendente de todos los tiempos”.

Independientemente de si estás de acuerdo con esa afirmación o no, lo interesante es que pocos han podido hacer lo que MJ ha hecho, pudo trascender el deporte como pocos. La palabra trascendente en un diccionario significa: “que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible”. De hecho, esta palabra también quiere decir… “ir más allá de algo”. Pero, aunque Jordan había sido un gran deportista y un gran hombre de negocios que ha vendido su “marca”, podemos decir, con toda seguridad, que hay un solo Ser verdaderamente trascendente, y ese Ser es Dios. Este es otro de sus atributos. Dios es trascendente.

Cuando hablamos de la trascendencia de Dios estamos diciendo que Él está por encima de todo. Dios, no sólo no tiene rival, sino que es mucho más grande de lo que imaginamos, porque es infinito y nosotros somos humanos y finitos. Y esto significa que Dios está separado y es independiente de la naturaleza y de la humanidad. Cuando hablamos de la trascendencia de Dios estamos hablando de dos componentes: 

  1. Dios ESTÁ por encima de todo; ontológicamente, en Su persona. Él está por encima de su creación y criaturas.
  2. Dios, por quién es ÉL, excede nuestra capacidad de conocerle plenamente porque, como ya dijimos, es infinito y nosotros finitos.

Desde el primer capítulo de la Biblia vemos la trascendencia de Dios. La Palabra de Dios dice, en Génesis 1:1, “En el Principio creó Dios los cielos y la tierra”. Unos de mis teólogos favoritos del siglo 19, Herman Bavinck, escribió:

“En la primera página de la Biblia nos llama la atención la trascendencia absoluta de Dios sobre sus criaturas. Sin tensión ni fatiga, Él llama al mundo entero a la existencia sólo por Su palabra.”

El Salmo 33:6 y 9 afirman: 

“Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca…. Porque El habló, y fue hecho; El mandó, y todo se confirmó.”

Esto lo hace trascendente, mucho más allá de nosotros. Dios habla y crea, Dios habla y el mundo aparece y, como dice este teólogo, Dios lo hace sin fatiga ni tensión en su Ser.  Hay otros pasajes conocidos que nos hablan de su trascendencia… Me gustaría compartirlos:

Salmo 90:2 

“Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.”

El salmo 90 nos habla de lo temporal que es el hombre, pero Moisés, quien escribió este salmo, dice que Dios es eterno. Esto quiere decir que la eternidad de Dios hace que El sea trascendente… Dios está por encima de todo.

En el tiempo de Salomón, cuando se construyó y se inauguró el tan esperado templo, Salomón ora al Señor y dice:

1 Reyes 8:27:

“Pero, ¿morará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuánto menos esta casa que yo he edificado.”

Dios no es como las deidades paganas. Dios no mora en un templo, ni en la tierra. Dios es incomparable y el mismo universo no lo puede contener. Dios es verdaderamente independiente de lo que pasa en la tierra. Pero también el Salmista escribe en el Salmo 113:5 : “¿Quién es como el SEÑOR nuestro Dios, que está sentado en las alturas,

que se humilla para mirar lo que hay en el cielo y en la tierra?”

Dios está exaltado por encima de todo. Él está sobre todo. Dios trasciende toda criatura, todo lugar… Dios es más grande de lo que imaginamos. Entonces, ante la trascendencia de Dios, ¿cómo podemos responder a la trascendencia de Dios?

Primero, tenemos que adorar a Dios: Sí, adorar a Dios de corazón porque sabemos quién es El. Los salmos están repletos de alabanzas al Señor porque Él es trascendente, porque Él es grande, por Quién es Él. Un ejemplo de estas alabanzas es el Salmo 145.

La pregunta eS: ¿Adoras a Dios por Quién es Él? ¿Cómo son tus oraciones? ¿Recuerdas quién es el Señor en tu alabanza?

Segundo, tenemos que humillarnos delante de Dios. Dios no es como nosotros- Dios es un Dios incomprensible, un Dios al cual no podemos tratarle como un colega, Dios es un Dios trascendente (Isaías 55:8 y 9). A veces podemos sacar este pasaje fuera de contexto y pensar que parte de este versículo es una forma de decir que Dios es Dios, pero el punto de este pasaje es llamar a Israel al arrepentimiento y luego habla de los pensamientos y caminos de Dios, que no son como los pensamientos humanos. La respuesta es humillarnos. Saber nuestro lugar. Entender Quién es Dios y quién soy yo delante de ese Dios.

Tercero, tenemos que estar agradecidos a Dios que, aunque Él está por encima de todo, aunque es totalmente independiente de su creación y criatura y es más grande y es imposible de conocer… Dios se dio a conocer. Hebreos 1:1 dice, “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo.”Ese Dios trascendente, se hizo hombre, y Jesús vivió más de 30 años, y murió y resucitó… y todo esto ¿para qué? Para llevarnos al Padre. ¡Sí! Ese Dios trascendente condescendió a la humanidad que creó, y nos salvó.

Tenemos que estarle agradecidos, por Su salvación podemos vivir para Él, podemos orar y estar seguros de que Él escucha nuestras oraciones.

Hoy, como Sus hijos, tenemos la oportunidad de orar al Dios del universo, al Dios que es trascendente, al Dios que es verdaderamente independiente de su creación y criaturas. Y, al mismo tiempo, por la obra de Cristo Jesús nos adoptó como Sus hijos y, como un Padre amoroso, escucha nuestras oraciones ¡Gloria a Dios por ello!

Gustavo Pidal

Autor Gustavo Pidal

Fue decano de estudiantes del Seminario Berea durante más de una década. En la actualidad sirve como pastor en la Iglesia Faith Bible Church (California, Estados Unidos)

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