“Es una jaqueca de libro”. Se trata de un caso “de libro”. La sintomatología es “de libro”. ¿Qué significan estas expresiones? ¿Qué entendemos cuando alguien hace una referencia a que algo es “de libro”? “Ser de libro” o “de manual” significa que reúne las características esenciales que acerca del asunto suelen indicar los textos más elementales o simples. En el caso de una migraña “de libro”, significa que la sintomatología es la habitual y corriente en cualquier descripción de ese tipo de jaqueca. Así que el objetivo de este artículo es ver, conocer y estudiar las características bíblicas esenciales de la familia: una familia de(l) Libro. Y para cumplir este objetivo, tenemos que comenzar por lo básico: el matrimonio. Y el matrimonio ordenado por Dios es sencillo, no supera los 4 ingredientes. De hecho, para que tu matrimonio refleje lo ordenado por Dios, debe tener estos ingredientes:

  • Distancia Efe 5:31
  • Amor Efe 5:33 a
  • Respeto Efe 5:33 b

Sí, falta un ingrediente… solo he mencionado 3: distancia, amor y respeto… pero el cuarto lo dejamos para el final. Estos son comunes a cualquier matrimonio, para cualquiera de los que hoy leen este artículo. Un matrimonio que refleje lo que Dios ordena o requiere en su Palabra, debe de tener como ingrediente base la distancia.

El apóstol Pablo escribe a los Efesios para recordarles cuál es su posición espiritual “en Cristo” (es la frase que más se repite). La carta se divide en dos partes: cap. 1-3 la teoría, enseñanza; cap. 4-6 como esa enseñanza se vive, la práctica. Igual que el carné de conducir: teórico y práctico. Y Pablo recuerda a los matrimonios en la parte práctica, que el primer ingrediente es la distancia. Efe 5:31 es una repetición, prácticamente igual, a Gén 2:24, que es la primera boda de la historia (y la única) que Dios mismo oficia.

“Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre”. Adán y Eva no tenían padre o madre que dejar, sino que habían sido creados ambos como adultos, siendo plenamente conscientes. De hecho, Eva llevaba horas creada. Dios instaura el matrimonio entre un hombre y una mujer, exclusivamente entre un hombre y una mujer (independientemente de lo que el Código Civil diga en cada país), y el primer cimiento que planta en el matrimonio es la distancia. Y conviene preguntar ¿por qué? Distancia implica romper un pacto previo. Ahora, en el matrimonio, las lealtades han cambiado. Adán, tu familia es Eva. Y Eva, tu familia ahora es Adán. Esta distancia con los padres y el pacto anterior implica no solo la distancia física, sino también la emocional, afectiva y económica.

De la distancia, Dios pasa a la cercanía, en el mismo versículo dice: “y se unirá a su mujer”. La mejor traducción es CON su mujer. Unir tiene la misma fuerza que la unión de la carne al hueso, el cinturón a la cintura, la tuerca al tornillo, el guante a una mano, o como el escalador se agarra a la pared vertical. Así debe de ser la intimidad en el matrimonio: única y exclusiva. Con nadie más vas a tener esta unión. Nada puede ni debe disolver esta unión. Por eso el matrimonio es tan serio, porque es una unión que ha de ser indivisible. Y Dios redondea esta idea con el final del versículo: “y serán una sola carne”.

El matrimonio es una unidad que debe ser trabajada, a diario, con ayuda de la complicidad y con el segundo ingrediente, el amor. (Efe 5:33a). Y este amor tiene un brillo diferente para el marido, porque a él se le exige amar a su esposa “como a si mismo”. Pablo ya apuntó esta realidad en el v. 28, al expandir la idea de un amor SACRIFICADO, donde el marido se niega a sí mismo, donde su esposa es lo primero por encima de él mismo, donde anhela la satisfacción física plena de su esposa, en todas y cada una de sus necesidades. Es un amor que no reacciona, sino que actúa. No espera a recibir para dar, sino que da sin esperar recibir. Pero hay una segunda “s”, porque no solo es sacrificado, sino SANTIFICADOR. Pablo ya hizo referencia a este amor en los vs. 25-27, donde el marido debe amar a su esposa de manera que su amor le ayude a ser la mejor versión espiritual de sí misma. Cristo amó así a la iglesia, y como maridos, debes amar de manera que tu esposa alcance su máximo potencial espiritual, que viva una vida espiritual sin mancha ni arruga y que viva alejada del pecado: santa e inmaculada. Nadie más en la faz de la tierra puede amar a tu mujer como tú tienes la posibilidad de hacerlo. Tienes una oportunidad única. ¡No la desaproveches!

Este mensaje fue y es revolucionario. En el siglo I nadie amaba sacrificadamente a su mujer; es más, el hombre era un tirano que ejercía un dominio físico y, en ocasiones, brutal sobre su esposa, sus hijas y esclavas. No tenían derechos. Pero Cristo cambia el modelo de la sociedad del mundo y te manda que ames SACRIFICADAMENTE Y SANTIFICADAMENTE.

Y en la segunda parte de Efe 5:33 llega el respeto, que supone el tercer ingrediente: “y que la mujer respete a su marido”. La sociedad del siglo I buscaba la venganza de la mujer contra el dominio abusivo del hombre. Hoy, la sociedad sigue buscando lo mismo. Solo el evangelio, solo Dios respeta el valor del hombre y el valor de la mujer. Y en el matrimonio que refleja lo ordenado por Dios, Él mismo otorga el mismo valor al hombre y a la mujer. No hay ciudadanos de primera ni de segunda en este matrimonio. Lo que sí que hay son ROLES distintos. Mismo valor, diferente función. De ahí que la esposa demuestre ese respeto a Dios y a su marido, sometiéndote de manera voluntaria al rol que Dios te ha dado y al rol que Dios le ha dado al marido. Pablo lo explicó anteriormente en los versículos 5:22-24. Y es aquí donde la esposa va a sufrir la presión de la sociedad, que demanda otra realidad, la realidad de la sociedad humana creada bajo principios ajenos a Dios. Esposa, ya sabes que esta realidad social conduce al fracaso inequívocamente. Así que pelea por tu marido y respétale. Cristo te dejó un ejemplo con el Padre: se sometió al Padre y nunca fue despreciado, abusado ni menospreciado.

Pero hay un ingrediente que llevará tu matrimonio al bonus, al Suma Cum Laude. Y este ingrediente, que hace que vuestro matrimonio llegue al máximo, es Cristo (Efe 5:32). Cristo es el vínculo común que unirá y vertebrará la relación entre el marido y la esposa siguiendo el modelo ordenado por Dios. Ese vacío que tu marido no puede llenar, ese vacío que tu mujer, tus hijos, tu trabajo, tus aficiones, tu dinero no lo puede llenar, SOLO LO PUEDE LLENAR CRISTO. Es un gozo saber que los pecados pasados, presentes y futuros de marido y la esposa salvados, han sido perdonados en Cristo. Es un gozo saber que tienen vida eterna y es un gozo saber que quieren vivir su vida en común bajo el amparo de Dios y de su Palabra. ¿Compartes esa seguridad de que tus pecados pasados, presentes y futuros han sido perdonados? ¿Tienes la seguridad de la vida eterna? ¿Conoces de manera íntima a Dios y su Palabra? ¿Cuál es tu realidad?

Todos los hombres pecan. Tú has pecado: No llegas, no alcanzas la salvación por tus propios medios, no puedes quitarte la mancha, las consecuencias ni el estigma del pecado. Jeremías 2:22 dice que, aunque te laves con soda (lejía) y uses mucho jabón, la mancha de tu iniquidad está aún delante de mí —declara el Señor Dios. De hecho, es el propio Jesús el que dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). Jesús se identifica como el camino, la verdad y la vida. La única manera de acceder al Padre, a Dios, a la vida eterna. No hay otro camino, no hay otra verdad. Y esta verdad se encuentra revelada en su Palabra. Lee la Biblia, busca a Cristo aquí. Y pide que haga una obra de salvación en tu vida. Y con Cristo en tu vida, como Salvador y Señor, entonces sigue trabajando para que tu matrimonio refleje lo ordenado por Dios con estos ingredientes: distancia, amor, respeto y Cristo. Sigue peleando cada día por ver estos ingredientes en tu matrimonio.

Daniel Corral

Autor Daniel Corral

Sirve al Señor en una iglesia en Pontevedra y es profesor en el Seminario Berea (León, España).

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