“Mi nombre es Cristiano; y sabiendo que este edificio ha sido precisamente levantado para seguridad y albergue de los peregrinos, quisiera me admitieseis en él a pasar la noche. Discreción sonrió, al mismo tiempo que algunas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, y añadió: —Deja que llame a dos o tres de mi familia. Y llamó a Prudencia, Piedad y Caridad, quienes, después de haber hablado un rato con él, le introdujeron a la casa, muchos de cuyos moradores salieron a recibirle cantando: —Entra, bendito del Señor, pues para peregrinos como tú ha sido edificado este palacio […] entonces se sentaron a la mesa, que estaba provista de ricos y sustanciosos manjares y excelentes vinos, y toda su conversación durante la cena giró sobre el Señor del Collado, sobre lo que había hecho y por qué y la razón que había tenido para edificar aquella casa. […] Porque, como ellos decían, y yo creo oí decir a Cristiano, el Señor hizo esto con pérdida de mucha sangre; siendo lo más glorioso de esta gracia el haberlo hecho por puro amor a su país”.[1]

De esta hermosa manera, el puritano inglés John Bunyan describe la iglesia en su alegoría sobre la vida cristiana titulada “El Progreso del Peregrino”. Sus palabras expresan el aprecio por la congregación de los santos redimidos por el Señor. Ilustran la necesidad que tenemos, como hijos de Dios, de la iglesia local. Bunyan entendía bien que el Nuevo Testamento no contempla la idea de un cristiano sin una iglesia local y que, por lo tanto, la membresía es indispensable para el crecimiento espiritual del creyente. Al menos por cinco razones.

  1. El mandato bíblico:

Aunque en ningún lugar de la Escritura leerás la frase ‘hazte miembro de una iglesia local’, la Palabra de Dios sí presenta la membresía como algo esencial para ejercer los dones espirituales y cumplir con la edificación mutua. En multitud de ocasiones, Dios nos exhorta a edificarnos unos a otros y eso solo es posible en el contexto de una iglesia local. Al menos, podemos encontrar 45 mandatos diferentes que debemos practicar “unos a otros”. El más claro lo observamos en Hebreos 10:24-25 donde el autor dice “consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos”. Necesitamos la membresía en una iglesia local para la edificación mutua.

  1. La descripción bíblica:

En segundo lugar, las metáforas que la Biblia emplea para referirse a la iglesia muestran la lógica de una membresía visible en la iglesia. El apóstol Pablo describe a los santos como miembros de la familia de Dios (Efe 2:19). Además, en reiteradas ocasiones, se identifica a la iglesia como el cuerpo de Cristo donde cada hijo de Dios es un miembro (1 Cor 12:27; Efe 5:27). Igualmente, la iglesia es descrita como un edificio donde Dios mora (1 Cor 3:9). La manera en que la Biblia describe la iglesia evidencia que es necesaria la membresía.

  1. El ejemplo bíblico:

En el libro de los Hechos, creer en Cristo es inseparable de pertenecer a la iglesia local. No había ninguna distinción entre ser un seguidor de Cristo y ser miembro de una iglesia local. Cuando las personas se arrepentían y creían en Cristo, eran bautizadas y añadidas a la iglesia. Hechos 2:41 dice que, “los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas”, y el v.47 añade que “el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos”. La idea de ser salvo sin pertenecer a una iglesia local es ajena al Nuevo Testamento.

  1. El liderazgo bíblico:

En cuarto lugar, el modelo que la Biblia establece para el gobierno y pastoreo de la iglesia necesita de la membresía. Las responsabilidades que Dios delegó sobre los ancianos o pastores de una congregación (Hch 20:28; 1 Ped 5:2; 1 Tes 5:12; Heb 13:17) indican que debe haber un grupo de miembros claramente definido. Los ancianos deben poder identificar a los creyentes puestos bajo su cuidado.

Asimismo, la Escritura enseña que los creyentes deben someterse al cuidado de sus pastores (Heb 13:17). ¿Cómo puedes sujetarte a dicho pastoreo sin ser miembro de una iglesia local? ¿Cómo puedes obedecer estos mandatos si no sabes quiénes son tus pastores? El diseño divino para el gobierno de una iglesia local requiere la membresía.

  1. La disciplina bíblica:

Finalmente, el ejercicio de la disciplina eclesial demanda que se conozca quiénes son los miembros de la iglesia. En Hechos 5:1-14, después de la desobediencia y consecuente castigo divino sobre Ananías y Safira con su muerte, “vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas” (v.11). Y dice el v.13 que “ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos”. Todos conocían bien quienes eran los “demás” y quienes eran “ellos” porque la iglesia tenía su membresía definida.

En 1 Corintios 5:1-13, Pablo amonesta a la iglesia en Corinto porque no habían quitado de en medio de ellos a una persona que estaba viviendo en pecado. Este era un pecado conocido, reiterado y no arrepentido. Pero el problema que el apóstol corrige es que ese hombre era parte de ellos, y por tanto necesitaba ser apartado de la congregación. La iglesia debe discernir el fruto espiritual de “los que están dentro” (v.12). Por eso Pablo dijo, “Expulsad de entre vosotros al malvado” (v.13).

Conclusión

Estas cinco razones muestran la necesidad de que haya una membresía claramente definida en la iglesia local. La relación eclesial que la membresía establece es esencial para el desarrollo y crecimiento espiritual de una iglesia bíblica.

 


[1] John Bunyan, El Peregrino: El viaje de Cristiano a la ciudad celestial bajo el símil de un sueño (Barcelona: Clie, 2008), 64-69.

David González

Autor David González

Pastor de la Iglesia Evangélica Teis en Vigo (España) y profesor adjunto del Seminario Berea en León (España). Tiene una Maestría en Divinidad de The Master’s Seminary. David está casado con Laura y tienen 2 hijas (Noa y Cloe).

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