¿Por qué debo de bautizarme? ¿Quiénes deben de bautizarse? ¿Qué significado tiene el bautismo? ¿Es necesario para ser salvo? ¿Cómo debe llevarse a cabo? Todas estas son preguntas que pueden estar presentes en tu mente, que te pueden llegar a angustiar o inquietar en determinados momentos y que deben de analizarse a la luz de las Escrituras.

Es importante partir de la premisa de que cuando hablamos del bautismo no estamos hablando acerca de un mero ritual religioso ni tampoco de la tradición de la iglesia de forma práctica; Mas bien, apuntamos fundamentalmente a Jesucristo y su magnífica obra de salvación al morir por nuestros pecados y resucitar para nuestra justificación. Pensar acerca del bautismo es también pensar acerca de cómo Jesús nos enseñó a expresar nuestra fe en Él y su gran salvación. Así que, ante todo, hablamos de una gran realidad: Jesucristo, el Hijo de Dios, crucificado para llevar los pecados de millones de personas y resucitado para darles vida eterna.

¿Qué es el Bautismo?

La palabra bautismo en griego significa literalmente “sumergir”, y es por eso que bautizamos por inmersión. El bautismo es una ordenanza del Señor por la cual aquellos que se han arrepentido y vienen a la fe, expresan su unión con Cristo en su muerte y resurrección, al ser sumergidos en agua en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Además, es una señal de pertenencia al pueblo de Dios; una representación de cómo se muere a la vieja vida de incredulidad, y cómo nacemos a una nueva vida en Cristo.

¿Por qué debo de bautizarme?

El Señor dio a la iglesia dos ordenanzas; el bautismo (Mateo 3:13-17, 28:19) y la celebración de la Santa Cena (Lucas 22:19-20). Como ordenanza específica de Dios en Su Palabra, el bautismo es importante ya que simboliza el primer paso de obediencia para los creyentes después de haber sido salvados por Dios habiendo aceptado al Señor Jesús en fe salvadora (Mateo 28:19). Por tanto, el bautismo es un símbolo ordenado por Dios. De hecho, el Nuevo Testamento llama a los creyentes a ser bautizados en agua como testimonio público de su fe en el Señor siendo, por tanto, el bautismo la demostración externa posterior a la conversión de una realidad interna que ya ha sucedido en la conversión. Los que no están dispuestos a confesar a su Señor y Salvador de forma pública por medio del bautismo están viviendo en desobediencia, y poniendo en cuestión su fe genuina y obediencia a Cristo.

¿Quiénes deben bautizarse?

La Palabra de Dios nos muestra que una fe salvadora precede al bautismo y no a la inversa. De hecho, los que deben ser bautizados son aquellos que de forma previa por la gracia de Dios han creído y se han arrepentido de sus pecados (Hechos 2:38). Esto hace, por tanto, que la práctica del bautismo en niños carezca de un respaldo bíblico en el Nuevo Testamento, puesto que de forma previa ha tenido que haber un arrepentimiento y una fe en la obra sustitutiva de Cristo en la cruz.

¿Qué significado tiene el bautismo? ¿Es el bautismo necesario para ser salvo?

El bautismo es un símbolo de la unión del creyente con Cristo y del bautismo del Espíritu, entendido este como la unión del creyente con Cristo en el momento de la conversión (Ro 6:3; Mat 3:11), el cual ocurre solo una vez, en el momento de la salvación y no debe de tratarse como una experiencia secundaria posterior a la salvación. Se produce en la conversión, cuando el creyente por la gracia soberana de Dios nace de nuevo, siendo justificado y santificado. Además, debido al sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, el bautismo no solo significa una separación al pecado, sino que también sirve como afirmación pública de la identificación y la unión con Cristo tanto en su muerte, sepultura y su resurrección.

¿Cómo debe de ser el bautismo?

Como mencionamos anteriormente, el término bautizar significa “sumergirse” haciendo alusión a la idea de “meter tela en tinte o la inmersión de una persona en agua”. Por ello, la forma adecuada de impartir el bautismo es por inmersión. La inmersión nos sirve también como símbolo de la sepultura y la resurrección propia, señalando así la realidad espiritual de que los creyentes han muerto al pecado y han resucitado con Cristo. La Biblia solamente señala esta forma de llevarlo a cabo y el hacerlo por “aspersión” no encuentra fundamento alguno en la Escritura y da lugar a confusiones innecesarias entre las personas que nos rodean.

Puede darse la circunstancia de que ciertas personas no puedan bautizarse por inmersión debido a algún tipo de limitación física; no por ello tienen que ser bautizadas por aspersión por la misma razón expuesta anterior. Simplemente el día del bautismo pasaría delante de la congregación y se anunciaría que dicha persona se une al bautismo que se está realizando pero que debido a sus limitaciones no puede hacerlo, pero nunca lo haría por inmersión.Además, es bueno que los creyentes de la iglesia entiendan que solamente el bautismo es por inmersión tal como señala la palabra en su uso original, así como cada uno de los bautismos relatados en la Palabra de Dios, la cual es nuestra autoridad final.

Por tanto, podemos concluir que el bautismo cristiano es el testimonio visible y solemne de un redimido por la gracia de Dios, mostrando su fe en el Salvador crucificado, sepultado, y resucitado al tercer día, y su unión permanente con Él en su muerte al pecado y resurrección a una nueva vida.  También es una señal de comunión e identificación con el cuerpo visible de Cristo, pero nunca tiene efectividad para la salvación y no está dirigido a niños que no tienen conciencia ni capacidad de voluntad propia.

Samuel Heredia

Autor Samuel Heredia

Graduado del seminario Berea (León, España) y es anciano en la Iglesia evangélica de Bailén.

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